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Lázaro Báez está deprimido y pidió un escribano para hacer un testamento

Cree que no va a salir de prisión y siente que ya está condenado. Casi no sale de su celda ni tiene contactos con otros internos de la cárcel de Ezeiza.

Baez está detenido hace más de un año.

Baez está detenido hace más de un año.

Hubo un tiempo que fue hermoso para Lázaro Báez. Un tiempo que no es más que un recuerdo. Quien fue uno de los hombres más poderosos de la Patagonia, de la mano de Néstor Kirchner, se ha convertido en una persona taciturna, preocupada por su estado de salud, que piensa que tiene un futuro negro por delante. Y que teme morir en prisión.

Báez está preso desde el 5 de abril de 2016 por orden del juez federal Sebastián Casanello, quien pensó que el constructor se iba a ir del país en su avión privado. Sin embargo, el empresario aterrizó esa tarde en el aeropuerto de San Fernando y cuando bajó del aparato lo estaban esperando los efectivos de la Policía Federal. Pasó una primera noche en un celda de una comisaría de Palermo hasta que fue llevado a la cárcel federal de Ezeiza.

Otro signo de la caída del imperio Báez fue que ese avión, con el que Báez viajó desde Santa Cruz por última vez, fue objeto de una noticia la semana última, cuando el Ministerio de Seguridad anunció que sería destinado a la Policía Federal para la investigación de delitos complejos en todo el país. Así lo informó la cartera al dar a conocer la novedad del nuevo uso del aparato que ahora lleva la leyenda “aeronave recuperada de la corrupción”. Todo muy bien, pero hasta ahora Báez no tiene ninguna condena.

De todos modos, quienes comparten las horas con Báez dicen que la noticia del avión no lo afectó en lo más mínimo. Dicen que más le molestó ver a su abogado, Maximiliano Rusconi, sentado al lado del ex ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, en el comienzo del juicio por la tragedia de Once. “Eso no se lo esperaba”, relatan.

Báez apenas sale de su celda, a la que llama su “casa”. Según cuentan quienes lo tratan a diario, no quiere participar de actividades con sus otros colegas de encierro ni compartir espacios comunes. Su forma de actuar se asemeja bastante a un cuadro depresivo. Hace unos días presentó un escrito en el juzgado de Casanello para pedir que le enviaran un escribano.

Según explicaron, quienes tratan a Báez, quiere redactar un testamento, porque está convencido de que se va a morir en prisión. Pidió permiso para viajar a Santa Cruz para ver a su madre enferma, pero un motivo u otro, el viaje nunca se pudo concretar. Báez fue trasladado en junio hasta el sanatorio Los Arcos para ser tratado por su arritmia. Un par de meses antes también había sido trasladado al mismo sanatorio por la misma dolencia. Pero los planteos de su defensa para que se le de un arresto domiciliario por sus problemas de salud no hicieron más que generar rechazos.

Por eso Báez tampoco cree que pueda salir de la cárcel el año próximo, cuando se cumplan dos años de su detención preventiva sin condena, ya que ese arresto puede ser prorrogado. Y cómo va a ser indagado otra vez en la misma causa el cierre del expediente para la elevación a juicio está cada vez más lejos. El empresario recibe algunas pocas visitas y con el panorama político actual está convencido de que su suerte está echada.