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La última esperanza del circulito rojo: un Macri acuerdista que reparta ministerios

Por Alejandro Bercovich

-¿Me estás cargando? ¡Este año perdí una fortuna!

-Y sí, la verdad que el país anduvo para el orto

Transpirado después de un partido de paddle, la semana pasada en Olivos, uno de los hombres de negocios que accede a ese nivel de intimidad con el Presidente se animó a decirle la verdad. Salvo que él pregunte, sus contertulios procuran no amargar con reclamos ni pedidos esas sesiones de descarga de testosterona en las que Mauricio Macri vuelve a sentirse pleno y abandona la mueca de desagrado que le nubla el rostro desde hace un año. Pero como preguntó, el amigo aprovechó. Y no pudo menos que coincidir con la réplica cruda que obtuvo.

El país, se resignan desde ese vértice del poder, no entendió el cambio que vino a proponer Macri ni está dispuesto a hacer el sacrificio imprescindible para crecer sostenidamente. En ese «país» corto de entendederas agrupan difusos a gremialistas, jueces, gobernadores, legisladores e incluso a muchos empresarios que prefieren «cuidar sus quintitas» en vez de abrirse al progreso. Parecido a lo que vomitó Elisa Carrió por TV al inaugurar el raíd catártico que terminó con sus insultos de anteanoche a Nicolás Massot en pleno recinto de Diputados: «¿Por qué les gusta tanto votar ladrones? ¿Quieren seguir siendo pobres?».

Al lado de la cancha de paddle, el Presidente hizo silencio por un momento y volvió a la charla liviana, de tercer tiempo de Boulogne. Su amigo sintió pena. El fracaso deCambiemos le terminó de confirmar al mundo que la Argentina no es un país confiable ni creíble, reflexionó. Es la misma conclusión a la que llegó después de su última ronda de reuniones con bancos de Wall Street el jefe de Aeropuertos Argentina 2000, Eduardo Eurnekian, a quien Macri jamás invitaría a jugar al paddle a Olivos. «Somos intrascendentes. Ya no nos miran bien ni mal. Ni siquiera nos miran», lamentó ante su plana mayor de ejecutivos al regresar de aquel viaje.

Lo que más frustra a quienes apostaron a que Macri volcaría ese infausto destino es que él mismo haya roto reglas y contratos firmados en su propia gestión, como hacían los populistas. «A Paolo lo cagaron», comenta a BAE Negocios otro antiguo incondicional que antes usaba la primera persona del plural para referirse al Gobierno y ahora usa la tercera. Se refiere a Paolo Rocca, el dueño de Techint, quien esta semana demandó al Estado por unos $ 5.600 millones en subsidios que le había habilitado Juan José Aranguren para perforar pozos en Vaca Muerta y que Nicolás Dujovne mandó limitar por orden del Fondo Monetario.

Seguridad jurídica

Techint procuró que su demanda no fuera leída como una estocada contra Macri en su momento de mayor debilidad. Adujo para atenuarla que se le vencían los plazos y que tenía que renunciar al reclamo o iniciar ya el juicio que finalmente recayó en el Juzgado Contencioso Administrativo Federal número 6, de Enrique Lavié Pico. Rocca viene de racha en Tribunales: primero logró que le revocaran su procesamiento en la causa de los cuadernos de Oscar Centeno, incluso aunque admitió en público que de la caja fuerte de su empresa salieron fajos de billetes para el devidista Roberto Baratta. Después zafó, gracias a una circunstancial mayoría de tres en la Corte Suprema, de pagar la indemnización que le reclamaba la familia de un técnico dibujante secuestrado en sus oficinas por un grupo de tareas en 1977.

El lobbista en jefe de la «T», Luis Betnaza, no tuvo la suerte de su jefe. Sigue procesado y embargado, admitió en declaración indagatoria haber sido quien ordenó el pago de las coimas a Baratta -aunque argumentó en que no eran coimas- y ahora enfrenta resistencias en la Unión Industrial para volver a figurar como vicepresidente 1º en el Comité Ejecutivo que será electo el 4 de junio próximo.

Al frente de la central fabril seguirá Miguel Acevedo, pero en los últimos días estalló una encarnizada pelea por las vicepresidencias. Una la dejará vacante el metalúrgico Juan Carlos Lascurain, extitular de la central fabril entre 2008 y 2010, también procesado y preso durante unos días el año pasado por una causa donde se lo investiga por presuntos sobreprecios en la construcción de una central eléctrica en Río Turbio. Lascurain sorprendió a sus colegas el martes cuando reapareció en el edificio de Avenida de Mayo y Lima, pero después aclaró que solo fue para despedirse. Betnaza, en cambio, quiere seguir. Acevedo lo resiste por su mácul judicial y también porque emisarios de la «T» le enrostraron poco elegantemente su generoso y sostenido aporte para que la UIA pague los sueldos y se mantenga al día con impuestos y servicios.

Presiones cruzadas

La previsibilidad, se sabe, es muy valorada por los empresarios de todo el mundo. Lo excepcional de muchos hombres de negocios argentinos es que, ante una situación previsiblemente adversa a sus intereses, un cambio de reglas deja de parecerles tan mal. Al compañero de paddle del Presidente lo escandaliza que su amigo no haya cumplido con los subsidios que esperaba cobrar Paolo Rocca, pero no le parece igual de grave que hayan desaparecido las leches La Armonía de las góndolas de Precios Cuidados, por ejemplo. ¿Qué diferencia ve? La estrictamente jurídica: el subsidio de la resolución 46 para quienes perforasen pozos en Vaca Muerta era un contrato, aduce, mientras que Precios Cuidados era simplemente un «compromiso de buena voluntad» de los proveedores.

La diferencia puede ser sutil pero también explica el nerviosismo que se vive por estas horas en el cuartel general de Clarín ante el crecimiento en las encuestas de Cristina Kirchner. La fusión entre Telecom y Cablevisión bajo control de los históricos dueños del multimedio fue aprobada y publicada en el Boletín Oficial por la Secretaría de Comercio luego de que se pronunciaran el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) en diciembre de 2017 y la Comisión de Defensa de la Competencia en junio de 2018. Las dos empresas ya trabajan desde el año pasado como una sola bajo control de Cablevisión Holding S.A., pero Macri no firmó la consolidación. Y por esa firma ausente reaparecen todos los fantasmas.

Los dictámenes en los que se apoyó la resolución de Comercio que habilitó la fusión corporativa más importante de la historia argentina son contradictorios y tienen agujeros legales. Tampoco era muy sólido el dictamen de la CNDC que sustentó la resolución de Guillermo Moreno que autorizó la fusión entre Cablevisión y Multicanal. Pero las diferencias son dos. Primero, que Néstor Kirchner sí le estampó su firma a ese aval para Clarín justo el día antes de cederle el sillón de Rivadavia a su esposa. Segundo, que esta vez hay un competidor enojado. Es Telefónica de Argentina, uno de los primeros que activó en sede administrativa y ahora en sede judicial contra la fusión, con argumentos atendibles por cualquier magistrado.

Recambiemos

Tanto el compañero de paddle del Presidente como los jerarcas de Clarín y de Techint siguen juramentados en hacer todo lo posible para bloquear el regreso de Cristina Kirchner a la Rosada. Los sondeos secretos que les venden los encuestadores (y que no se publican) solo profundizan su horror. Algunos -los primeros de esta campaña que incorporan llamados a celulares además de teléfonos fijos, como los que maneja el comando de Sergio Massa- la muestran ganadora en primera vuelta, con más del 40% y 10 puntos de diferencia. En la provincia de Buenos Aires, la semana pasada, una encuesta sobre balottage le asignó 17 puntos de ventaja sobre Macri.

El problema que apareció ahora es el que advirtió Marcos Peña a sus adversarios internos que empujan el «plan V». La misma encuesta bonaerense a teléfonos celulares la muestra a Cristina Kirchner 10 puntos arriba de Vidal. Si no alcanzó con sacrificar a la dama de Morón al prohibirle que desdoblara los comicios y desenganchara de globo del yunque presidencial, ahora tampoco parece alcanzar con un eventual renunciamiento del jefe a favor suyo.

La fiebre alimenta delirios en el círculo rojo. En la calle Tacuarí, donde tiene sede el holding de la trompetita, se encendieron alarmas por la presencia de Daniel Vila en la presentación de Sinceramente en la Feria del Libro. ¿Irá el dueño de América TV y La Red por la porción que le obligue a vender a Clarín de su flamante imperio un eventual gobierno K? Salvo que traiga bajo el poncho a un magnate ruso como los de Alan Faena o al mismísimo Xi Jinping, no parece que le dé la cuenta bancaria.

El circulito rojo que permanece fiel a Macri, para peor, está dividido. Belocopitt, socio de Vila en los medios, fue el primero en agitar en público la opción «Vidal más peronismo racional». Rogelio Frigerio, a quien apoyan pesos pesado como Nicolás Caputo, dijo que «están abiertas todas las posibilidades, sobre todo la ampliación de Cambiemos«. Y admitió que «si hay alguien mejor», Macri podría bajar su candidatura.

La última esperanza de ese sector es otra. Que Macri sea el candidato, pero que entregue parte del gabinete y las presidencias de ambas cámaras del Congreso al peronismo antikirchnerista. Jugar todo a la grieta. Por eso era clave que empezara ya el primer juicio oral contra la expresidenta y sus excolaboradores menos mostrables, como Julio De Vido o José López. Por eso la presión inédita sobre la Corte Suprema, que ayer aclaró que haber pedido el expediente de su primer juicio oral para verificar el estado de las pruebas no implica que tenga que demorarse el inicio del juicio. El problema es que falta el otro bailarín de tango, sobre todo después de que Sergio Massa advirtiera que no será parte «de nada de lo que sea parte Macri». El peor final para el oficialismo sería un diálogo franco y magnánimo, pero apenas consigo mismo.

Fuente: BAE


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