En plena campaña electoral el compañero de fórmula de Mauricio Macri, el senador peronista Miguel Pichetto tiene que encargarse de un tema hasta hace un mes poco conocido: el conflicto entre Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte Suprema de Justicia y Gustavo Arribas, mandamás de la AFI, la central de los espías.
Semanas atrás, el tribunal emitió una acordada por la cual instaba al Congreso a regular el sistema de escuchas que está bajo la órbita de la Corte para evitar que en pleno fogoneo electoral se sigan filtrando a los medios escuchas telefónicas con finalidad política.
Durante todo el último año los medios y periodistas más oficialistas se la pasaron publicando conversaciones de la ex presidenta Cristina Kirchner con Oscar Parrilli, realizadas por orden de un juez federal que investigaba a un narcotraficante detenido en la cárcel de Ezeiza.
Rosenkrantz (impulsar central de dicha acordada) quiere que los jueces que no pueden custodiar el secreto de esas escuchas sean sancionados. Esta semana la AFI replicó y giró un oficio a la Bicameral de Inteligencia del Congreso reclamando que los jueces puedan seguir ordenando escuchas a la Dirección en cuestión (controlada por un hombre de Ariel Lijo) sin limitaciones ni regulación alguna.
Es un frente que puede descarrilar la campaña porque en este tema Rosenkrantz tiene mayoría de avales en la Corte. El temor del Gobierno: que como reprimenda Arribas comience a ser flanco de embestidas de los jueces, especialmente en un tema poco feliz como es el affaire Odebrecht, todavía no clausurado.
Rosenkrantz tiene el respaldo pleno de Horacio Rosatti porque ambos supuestamente fueron espiados por el falso abogado Marcelo D Alessio, algo que se investiga en la causa que tiene en sus manos Alejo Ramos Padilla.
Según pudo conocer CyR, Pichetto ya recibió el encargo de Mauricio Macri de interveni en ese conflicto. El Presidente está entre dos fuegos: su amigo Arribas y el ministro Rosenkrantz, que es un hombre muy allegado al Grupo Clarín y a la embajada de EEUU y que llegó a la Corte durante su gobierno.
Pichetto tiene línea abierta con Ricardo Lorenzetti para tal encargo y guarda una muy buena relación con Silvia Majdalani, la segunda de Arribas en la calle 25 de mayo. Entre esas dos fuerzas, profundamente conectadas, como el espionaje y la Justicia, le tocará mediar al candidato a vicepresidente del oficialismo.
Es algo urgente además porque la Corte tiene una agenda de fallos de corte económico que son muy sensibles para un oficialismo que aspira a una reelección, aunque no se espera en los inmediato ninguna sorpresa.
El senador se ve forzado a descender a los sótanos de la política porque cualquier tregua con la Corte tiene que partir de una base obvio: las filtraciones deben terminar porque manchan la imagen de la justicia en plena carrera por las elecciones.
El problema es que se trata de un drama que supera ampliamente a Arribas y Majdalani y está insertado en las líneas intermedias de la entidad que les toca dirigir.
Durante el Gobierno de CFK se decidió sacar las escuchas del ámbito de los espías y se las pasó al Ministerio Público. Durante esa gestión no hubo filtraciones ni polémicas de ningún tipo. Pero cuando Macri llegó al poder se las pasó a la Corte porque desconfiaba de Alejandra Gils Carbó. Y entonces empezaron los problemas. Ahora deberá intervenir Pichetto. Se verá.