| Sumario administrativo

La historia no contada del fiscal que denunció que lo espiaban

César Troncoso denunció que espiaban su computadora. Pero estaba siendo sometido a un sumario por no investigar a policías acusados de abusar de dos hermanas menores.

Una de la sedes donde ocurrían los abusos.

Una de la sedes donde ocurrían los abusos.

Por Rafael Saralegui

La adolescente caminaba como aturdida, casi desnuda, por la zona de la avenida General Paz. Allí la encontraron y fue llevada a un hospital, donde quedó internada. Tenía signos de haber sido abusada y de haber ingerido alcohol o algún tipo de droga. Cuando su hermana vio a su hermana menor en ese estado, se decidió a hablar. Y contó que las dos eran sometidas sexualmente por un grupo de agentes de la Policía Federal. Que su hermana había sido “enfiestada” durante la noche anterior por esos policías. Los agentes a veces les daban unos pesos o les compraban cosas. Era un grupo que tenía sus teléfonos celulares y que se pasaban los contactos cuando querían estar con las chicas. La chica dijo en la denuncia que los abusos eran cometidos en una repartición que la Policía Montada, de la Federal, tenía por la zona del ex Parque Interama, en el barrio de Villa Soldatti, debajo de la Autopista Cámpora.

Las chicas tenían 13 y 16 años cuando ocurrieron los abusos, entre los años 2009 y 2011. Con la asistencia del defensor de menores prestaron testimonio en Cámara Gesell, donde detalllaron los abusos a los que eran sometidas. Pero el fiscal que intervino en el caso César Troncoso, no quiso impulsar la investigación, con el argumento de “la situación probatoria no superaba el nivel incipiente de probabilidad propio de dichos contra dichos”. Se refería a que, como era de esperarse, los policías investigados rechazaron las acusaciones de las dos menores. La defensa oficial que asistía a los menores recusó al fiscal y pidió que fuera separado de la causa, medida que fue adoptada por la jueza de instrucción Wilma López. Desde entonces, comenzó a actuar en el sumario, en representación del Ministerio Público, el fiscal Fernando Fiszer, que dio impulso a la pesquisa, mientras que a su colega, se le inició un sumario administrativo para definir eventuales sanciones. “O no quiso investigar por vago o porque es amigo de la policía. Cualquiera de las dos posibilidades son terribles”, comentó a CyR un colega de Troncoso.

Desde entonces la investigación del fiscal Fiszer y de la jueza López avanzó a paso firme y llegó a los procesamientos de seis efectivos de la Federal y de un agente del Servicio Penitenciario Federal, acusados de corrupción de menores de edad, agravado por haber sido intimidadas mediante el uso de la fuerza. Según la investigación, las chicas eran levantadas en la zona de Parque Lezama y eran llevadas a diversas reparticiones oficiales donde eran sometidas por los agentes. La investigación sigue su curso para determinar si hubo otros agentes involucrados.

El mismo fiscal César Troncoso, sometido a un sumario por esas actuaciones, por no haber querido investigar a los policías, fue quien ahora denunció a la procuradora Alejandra Gils Carbó, con el argumento de que estaba siendo espiado. En realidad, se estaba investigando su actuación en otros delitos de índole sexual para determinar si hay algún tipo de patrón en su conducta de favorecer a los imputados. La mayoría de los medios dominantes sólo se hicieron eco de la denuncia y poco interés tuvieron en averiguar porque estaba siendo investigado. Pocos casos como estos para pensar en el uso preciso del adjetivo abyecto.

 


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