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La grieta no se cierra

Por Carlos Fara

El presidente se fijó 3 grandes objetivos para su gestión: pobreza 0, lucha contra el narcotráfico y unir a los argentinos. Tres metas de largo plazo, sin duda.

Medido en un estudio cualitativo hace un par de meses, ninguno de los 3 había calado en la sociedad. Pobreza 0 no parece creíble porque ningún país lo tiene, ni los más desarrollados, según la mayoría de los votantes. La lucha contra la narcotráfico es obviamente muy importante, pero la corrupción en el ámbito de la justicia y las fuerzas de seguridad no le permiten a la gente ser muy optimistas al respecto. Por último, unir a los argentinos es algo que perdía valor en la medida en que CFK ya se había ido. En otras palabras, siguiendo la lógica de aquella famosa campaña de Margarita Stolbizer de 2013 -Argen y Tina- las partes ya no tenían razón para estar enfrentadas.

Sin embargo, la dureza del ajuste económico y las necesidades de confrontar políticamente del gobierno nacional muestra que la grieta -lejos de desaparecer- se vuelve a profundizar.

Solo mostraremos 2 datos para ejemplificar: cerca del 55 % cree que Macri está involucrado con hechos ilícitos a propósito de las develaciones de los Panamá Papers, y casi el 60 % piensa que CFK deberá ir presa por los supuestos hechos de corrupción.

Estamos volviendo a una polarización extrema. Para una mitad del país, Macri es una esperanza que está apurando un mal trago para que la Argentina se recupere de la era K. Para la otra mitad, el presidente es un CEO que está regresando a los ´90, con un ajuste devastador.

La dificultad de asegurar la gobernabilidad -como se está expresando en el debate por la ley anti despidos- ha obligado a Macri a tomar un rol “menos zen”, y más confrontativo, advertido de este regreso a la grieta, y por creer que eso lo favorecerá de cara al año próximo en términos electorales.

Regreso a la confrontación implica profundizar la grieta. Profundizar la grieta significa tomar de contrafigura a Cristina. Y Cristina es el principal problema para que el PJ de vuelta la página, haga una autocrítica y refresque su oferta electoral.

Como dijimos varias veces en esta columna en los últimos meses, el kirchnerismo no iba a desaparecer de la noche a la mañana porque: 1) ella va a dar pelea política, como lo está demostrando; 2) dejó un sedimento ideológico importante en la sociedad; y 3) el gobierno la iba a necesitar como contrafigura para exculparse del ajuste económico (“si no les gusta tomar el remedio, viene el hombre de la bolsa”).

Todo esto tiene un pequeño problema: la mayoría no quiere polarizarse. Si se polariza es fruto de las coyunturas. Las tendencias sociales son difíciles de encauzar, así como el cauce del río termina desbordando todo esfuerzo de ponerle un dique inadecuado.

La sociedad no quería irse al otro extremo del péndulo. Macri lo entendió en campaña y ganó. Ahora gobernar es otra cosa.


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