Por Ignacio Ramírez. –
Un joven efectivo del servicio penitenciario, Maximiliano Videla (24), fue asesinado de 50 puñaladas el 22 de marzo de 2009, en la esquina de 29 y 89 en la localidad platense de Altos de San Lorenzo, cuando iba a buscar un pasajero en el remis que manejaba de noche.
El hecho se produjo en la madrugada, cuando Maxi arribó al domicilio de una mujer. Mientras esperaba a la pasajera la víctima discutió con una patota de seis jóvenes. Fue inmovilizado y ultimado a sangre fría en minutos. Mientras estaba tirado en el piso luego, recibió 50 puñaladas y todo tipo de golpes y hasta lo atacaron en su agonía a “cinturonazos”. Falleció una hora después, en el hospital producto de las terribles heridas.
Maxi tenía una hija de 10 meses, era un laburante de doble turno. Un joven muy querido en el barrio, suboficial del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) prestaba servicios en la Unidad 40 de Lomas de Zamora y en sus ratos libres alternaba manejando un remís y siendo árbitro de fútbol.
Los acusados por el brutal crimen podrían ser condenados a prisión perpetua la próxima semana. Durante el debate a cargo del Tribunal Oral Criminal N°1 de La Plata, ninguno de los acusados declaró en el juicio. Los autores del mortal homicidio son los hermanos Julio y Silvio “Mambo” Ferreyra, Antonio y Julián García Cañete y Leonardo Curtido Benítez. Los cinco acusados, detenidos, se encuentran en una situación crítica debido a que fueron todos reconocidos durante el juicio, y la carga de la prueba así lo demuestra.
“Necesitamos que condenen a los que le quitaron la vida a mi hijo, sino no vamos a poder dormir en paz. Que este brutal crimen no quede impune”, dice entre lágrimas la madre de la víctima, Zulema Josefa Gomez Saravia.
La fiscal deljuicio oral, Laura Lasarte, junto con el abogado de la familia Videla, Guillermo Francella, pidieron que todos procesados sean condenados a prisión perpetua por el delito de homicidio calificado por alevosía. La autopsia médico legal reveló que todas las heridas fueron hechas con una misma arma blanca. Todo conduce a que Julio Ferreyra fue el matador y el resto partícipes primarios, por lo que recibirían la misma pena.
Un testigo clave apuntóp también a uno de los hermanos y derivó en la captura de los autores materiales. Relató que Silvio Ferreyra quería que lo ayudara a vender la casa de uno de ellos, porque “se habían mandado una cagada”. Ese dato fue clave para los investigadores de la policía para capturar a los imputados que por entonces estaban prófugos.
Un efectivo bonaerense simuló estar interesado en la propiedad y citó a los hermanos evadidos para firmar los papeles de venta; al llegar los Ferreyra fueron detenidos. El tribunal integrado por los jueces Guillermo Labombarda, Samuel Arturo Saraví Paz y Raúl Alberto Luchelli Ramos darán el veredicto a fin de mes.