El ex fiscal italiano Antonio Di Pietro, famoso por sus investigaciones anticorrupción de 1992, conocidas popularmente bajo el nombre de “Mani pulite” o “Manos limpias”, pasó de modo desapercibido delante de todos. Llevaba saco azul y pantalón gris, y andaba con cierta elegancia muy italiana que en el barrio de Tribunales se perdía entre la muchedumbre. El hombre pasó inadvertido incluso cuando bajó del taxi; es que su paisano y camarada ítalo-argentino Ricardo Lorenzetti lo opacaba a cada metro. Se entiende: el presidente de la Corte Suprema concita miradas allí adonde quiera que vaya desde que es un enemigo del gobierno (y desde que su posible condición de víctima de una extorsión –a partir de la pesquisa que le inició, sin notificarlo formalmente, la Administración Federal de Ingresos Públicos— podría ser investigada), y ni siquiera una estrella del Derecho internacional como Di Pietro parece hacerle sombra. Como sea, los dos colegas cruzaron el hall del Palacio y se metieron en un ascensor. “Segundo piso”, ordenó el magistrado argentino.
La inesperada reunión tuvo lugar hoy, temprano. El ex fiscal del Mani pulite –que mandó “en galera” a media clase política y empresaria italiana, y a los principales capos mafiosos, en un proceso que ya forma parte de la historia y que descubrió una extensa red de corrupción- se reunió a “quattro ochi” con el presidente de la Corte Suprema de Justicia durante una hora y veinte minutos.
Sólo la computadora laptop de su Señoría, abierta en el sobrio escritorio, fue testigo de la charla. Por otro lado, el anfitrión en Buenos Aires de Di Pietro, el dirigente de la comunidad italiana y profesor Darío Ventimiglia, se ocupó de guardar toda información referida al encuentro bajo siete llaves.
Lo que sí se pudo escuchar es que, apenas se saludaron, Di Pietro le dijo a Lorenzetti: “En el tiempo que llevo en Buenos Aires lo que me han repetido es que usted es hoy la garantía del Estado de Derecho en la Argentina”. Evidentemente, el italiano permaneció fiel a su estilo sin ambages.
El ex fiscal (que luego de varios choques con Silvio Berlusconi y otros políticos dimitió e inició una carrera política en el partido Italia de los Valores para convertirse, después, en senador, europarlamentario, diputado y ministro de Obras Públicas e Infraestructuras en los gabinetes de izquierda de Romano Prodi) está en Buenos Aires invitado por el dirigente peronista y funcionario de la Ciudad Álvaro Gonzáles. La tarea que lo trae, en particular, es la de participar en la apertura de un congreso de transparencia y anticorrupción.