escribe Oberdan Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Pese a las equivocaciones (como las instrucciones suministradas a la blindada señora ministro Patricia Bullrich), si fuera un poco más inteligente, Mauricio Macri -Presidente del Tercer Gobierno Radical- puede quedarse a vivir tranquilamente en el poder. Armonizado y en relax.
Con el peronismo que se doma solo, se asegura la hegemonía por los próximos diez años.
Seis de su exclusiva pertenencia. Más otros cuatro de Marcos Peña, El Pibe de Oro, Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, o María Eugenia Vidal, La chica de Flores de Girondo (O peor. La señora Elisa Carrió, La Demoledora).
En principio, Macri “es culón”. Lo confirma la Garganta que admira su suerte. “Arranca mal pero la acomoda”. Lo sigue desde SOCMA y de Boca Juniors.
Cuenta, sobre todo, con el apoyo incondicional de los grandes medios. Lo celebran, en democracia, como oportunamente celebraron el Proceso Militar.
Se le justifican hasta los desaciertos. Como asegurar, a los amigos terratenientes gringos de la Patagonia, que las tierras compradas, “libres de indios”, iban a quedar también libres de la militancia india. Mapuches.
Aunque se registraran, entre la desprolijidad, los daños involuntarios.
La desaparición del muchacho de barba. El artesano romántico de las mostacillas adicto a las peores causas sensibles.
“Pero aquí no habrá inversión si se favorece a los que usurpan” (lo dijo, con acierto, el sensato cronista matinal).
“Mal mensaje para los mercados”, agregó. Y Argentina “necesita emitir mensajes positivos”. Para adquirir credibilidad.
Mientras tanto los militantes mapuches, los que “usurpan”, caen, a su vez, en la antigualla ideológica de tomar, como usurpadores, a los que compraron las baratijas.
Los saldos y retazos valiosos de La Conquista del Desierto. Antigüedades pendientes de la repartija impune de la tierra.
Obscenidad que forjó el linaje precipitado de cuantiosos almaceneros que se aproximaron a la fundación del patriciado. Truchos.
Pero es “el pasado”. Obturador del cambio que “reclama la sociedad y no quiere volver atrás”.
Chicanas del peronismo
Aunque en el sur reprima involuntariamente, y a la bartola, Macri puede quedarse, para siempre, en la meditación del poder.
Ganar elecciones, bailar entre los globos, seguido en el ritmo por los radicales abducidos. Y rendirle culto al infalible Jaime Durán Barba, El Equeco.
Tiene la suerte (Macri) de contar con la contestación ideal. A su medida. Signada por el peronismo desestructurado, domado. Fagocitado por las contradicciones y rivalidades internas.
Con gobernadores peronistas que aspiran, de máxima, a ser su compañero de fórmula.
Aquí se insiste con la vigencia instalada de La Doctora. Lo que queda del kirchnerismo. Acotada y acelerada, en simultáneo, por el Código Penal. Pero aún respaldada por el cristinismo duro que la reconoce lícitamente como la Lideresa. Consistencia que le alcanza para ser la dirigente peronista más importante. Se la puede detestar con facilidad, pero nunca ignorar.
Contiene una fuerza que resulta insuficiente para vencer al macrismo (que percibe la extensión del horizonte).
Pero es (La Doctora) una fuerza suficiente para neutralizar la propagación de cualquier otro producto peronista.
De los tantos postulantes que fueron, en su momento, kirchneristas. O tal vez sólo convivieron por pragmatismo y ahora prefieren, razonablemente, tomar pragmática distancia.
J.M. Urtubey, El Bello Otero; F. Randazzo, El Loco. O Sergio, Titular de la Franja de Massa. U otra vez D. Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, el único que se le mantiene al lado.
Para el nutrido antikirchnerismo peronista, con su mera presencia, La Doctora es exactamente funcional a Macri.
Le garantiza la legitimidad. Le basta apenas (a Macri) con presentarse como un ser distinto. Todo lo opuesto de lo que ella representa, o defiende.
Aceptar que La Doctora es funcional a Macri mantiene el rigor de la clásica chicana.
Para reducirla. O fortalecer el deseo imaginario de sacarla de la cancha. Declararla inexistente. Pero la dama sigue como figura central.
Tapiados por el rencor, los prejuiciosos antikirchneristas del peronismo no alcanzan a percibir que el antikirchnerismo es, en definitiva, el rostro más inteligente del antiperonismo. El mejor.
Aceptarlo tiene también el rigor de otra chicana, pero en sentido adverso.
La Doctora funcional a Macri, por una parte.
El antikirchnerismo como mejor rostro del antiperonismo. Por la otra.
En cualquiera de las dos alternativas, Macri resulta fortalecido. Los emboca (a los peronistas).
Marca la imposibilidad de engarzar la convivencia entre La Doctora y los peronistas reticentes, ya agotados de rendirle pleitesía, durante 12 años. Y sin el ánimo de disputar, ni siquiera compartir, sus relativos favores con el frepasito tardío que la acompaña. Junto a La Cámpora, el nucleamiento de jóvenes incondicionales que la dama privilegia.
Tanto La Doctora como los influyentes muchachos cuarentones deben definirse. Optar entre la gestación del partido revolucionario, de izquierda casi testimonial, con el liderazgo de La Doctora, para un techo de 25 puntos (algo que la izquierda nunca tuvo). O ir, en cambio, por el poder real.
Para ir por el poder real tienen que reconciliarse con los sectores medios.
“Ningún proyecto de poder puede sostenerse sólo con militancia y Tercera Sección Electoral”.
Deben contener a los que padecen, pero también a los que ponen.
Recordarle a los empresarios asustados que con el peronismo siempre “se la llevaron en pala”. Y que son algo más que los exponentes de la deriva del ciclo “2012/2015”.
El tramo que arranca con el “ir por todo”, sigue con la estatización de YPF, la feroz pelea con Clarín, con los fondos buitres y culmina en Nisman, con el complemento de las cadenas nacionales y el salto en los patios de “los pibes para la Liberación”.
Deben aproximarse a los dirigentes peronistas agotados que ya no quieren saber más nada con ellos. Aunque fueron complacientes, aplaudidores con chispas entre los dedos, hasta el penúltimo minuto. Y convencerlos, sin grandes esfuerzos retóricos, que lo más aconsejable es celebrar una amnistía interna y ponerse de acuerdo. En un movimiento político donde todos son individualmente cuestionables. Deben engarzarse, reconciliarse y aceptar, incluso, convivir con el frepasito tardío que viene con el combo. O directamente resignarse a cederle el abuso lógico del poder a Macri, quien paulatinamente se lleva puesto al peronismo. Como si fuera una bufanda.
Centralidad en adversidad
Interesa, obstinadamente, La Doctora. En la declinación o en la recuperación. Es el Sujeto. Hegemoniza la centralidad en la adversidad.
Con la acumulación de las tragedias judiciales. Con la decisión prioritaria del Grupo Clarín de impedirle el regreso. De no detenerse hasta encanarla.
mpre La Doctora mantiene el foco de la atención. La prensa del Grupo dominante contagia a la prensa repetidora en general.
Incluso si el juez C. Bonadío cobra el penal que le piden, sobre la hora, desde la tribuna de los que la odian, y queda adentro, presa, lo más importante para informar van a ser las condiciones de la detención. Si la dama come, si duerme, si se maquilla o no, si puede tuitear, si dice malas palabras, quién va a visitarla y quienes son los que manifiestan por su libertad.
Por la necesidad de masacrarla, como si se tratara de una venganza colectiva. Por haberla soportado, hasta en el ocaso.
Al llegar a una instancia cultural como la descripta, en materia de interés, de atención, de adhesión y desprecio combinados, a La Doctora no le queda otra alternativa que no entregarse. E ir por más. Defensa propia. Para gestar una nueva épica.
Mientras tanto La Doctora obtura, en el interior del peronismo domado, huérfano y ausente, la creación de otra alternativa. La apertura de otra ventanilla.
Se transforma en la excusa eficaz para imposibilitar, en el desierto, el diseño de otro candidato. Sea Massa, Scioli, Randazzo o Urtubey. Para beneficio -siempre- de Macri, el favorecido por la suerte, que puede quedarse a vivir, entre la tensión del poder, armonizado y en relax espiritual.