El uruguayo Luis Vitette Sellanes, considerado como el cerebro del llamado robo del siglo, el golpe a la sucursal Acassuso del Banco Río en 2006, en el que los ladrones se escaparon con un gomón por un río subterráneo, reveló las fallas de los sistemas de seguridad de la cárcel de Ezeiza, donde se escaparon 13 peligrosos reclusos, de los cuales dos fueron recapturados. Dijo que alcanza con tener un tacho para romper el piso.
En diálogo con radio Mitre, Vitette Sellanes, que pasó varias temporadas en ese mismo penal y ahora está alojado en la cárcel de General Alvear sostuvo que «para hacer lo que hicieron hay que tener pura habilidad y destreza». Explicó que el lugar «ideal» para hacer el túnel que hicieron es el módulo 1 o 2. «Allí es más fácil porque siempre hay celdas vacías», sostuvo.
«Si hay gente antagónica con el servicio penitenciario es ahí. Yo estuve bastantes meses en el módulo 3. Ese es el lugar ideal porque hay celdas vacías y los presos no quieren ir ahí. Es un pabellón pesado de verdad», agregó Vitette Sellanes.
«Ezeiza es como Alcatraz. No precisás de herramientas para abrir un boquete. Sólo con un cilindro o un tacho térmico bien pesado para calentar la comida sirve. Comenzás a golpear el piso y lo abrís», relató.
La banda que protagonizó el robo del siglo simuló una toma de rehenes de modo que el banco quedó rodeado por decenas de efectivos de la Policía Bonaerense. Mientras aparentaban negociar la liberación de las personas retenidas los ladrones hicieron un boquete que terminaba en unb río subterráneo por donde finalmente escaparon sin disparar un tiro.
El presunto cerebro de ese robo, detalló que en la cárcel de Ezeiza el único guardia penitenciario que vigilia el módulo está «metido en un cubículo conocido como pecera, con un vidrio de un centímetro de grueso que no le permite escuchar nada».
Reiteró que el lugar elegido es el idóneo para el escape, ya que luego de escapar «salen prácticamente al monte». Están muy cerca de la cabecera de una pista (del aeropuerto de Ezeiza) y de un tambo. Sólo hay vacas», indicó.
«Cuando inauguraron esa cárcel había portones por los que no se pasaba sin gafas porque interrumpían los censores y activaban las alarmas. Eso no funciona más», agregó.
«Se fue poniendo todo muy laxo. Yo digo que es desidia y burocracia, no complicidad», opinó. El renunciante titular del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel, consideró que hubo complicidad de agentes y oficiales del SPF que facilitaron la fuga.
En esta línea de razonamiento, la integrante del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (Cepoc) Claudia Cesaroni, denunció que la fuga pudo haber sido «una acción de sectores del Servicio Penitenciario Federal enfrentados a (el ex director Víctor) Hortel».
Abogada, criminóloga y autora de `La vida como castigo` (2010) y `Masacre en el Pabellón Séptimo` (2013), Cesaroni destacó que con Hortel se «abrió bastante el mundo de las cárceles federales» y que la fuga se produjo en plena «discusión del cambio de protocolo en pesquisas, ingreso de familiares y el aislamientos, entre otros temas importantes».
La especialista citó entre las decisiones que molestaron a algunos sectores la quita de «la defensa corporativa de los penitenciarios por malos tratos», que hasta la llegada de Hortel contaban con una defensa en las causas judiciales del propio Servicio Penitenciario Federal, según informó la agencia Télam.
«Es como si a (al fallecido dictador Jorge Rafael) Videla lo hubiesen defendido los abogados del Ejercito», graficó la criminóloga, al explicar que quienes lo requieran como cualquier imputado tiene derecho a la defensa oficial.
«Son decisiones que generan reacciones en un cuerpo militarizado y corporativo», declaró Cesaroni, quien calificó la renuncia de Hortel como «un retroceso» en medio de una pelea contra «problemas estructurales, como las torturas, los malos tratos, la lejanía de las cárceles de donde provienen los presos y sus familias, y el aislamiento».
Hortel fue reemplazado por Alejandro Marambio, quien ya tuvo una gestión anterior y fue cuestionado por su política penitenciaria. Vitette Sellanes dijo que “cuando estuve privado de libertad Marambio a mí no me molestó. En el año 2000 hizo un trabajo dogmático sobre el modulo 5 que se convirtió de extrema seguridad. Las autoridades judiciales no permitieron la utilización de ese módulo por inhumano», contó.