La Cámara de Casación Penal ya palpita la interna que promete dominar el tramo final de un año turbulento que incluyó plenarios chispeantes, cruces por los medios y operaciones de distinto tenor. El caso es que en 2014 la presidencia de la Cámara debería ser, por reglamento, para el juez Alejandro Slokar, identificado con Justicia Legítima y ex funcionario kirchnerista. Sin embargo su llegada a la presidencia desata objeciones de todo tipo. Desde la Corte Suprema hacen su juego.
A diferencia de otras Cámaras, cuyo plenario decide por votación quien se queda con la presidencia, la Casación tiene una lógica particular: el que es vicepresidente un año, es presidente al siguiente y así sucesivamente. Slokar es el actual vice de Gustavo Hornos. Y la vicepresidencia del año próximo le tocaría a Mariano Borinsky.
Slokar mantiene varios conflictos en la Cámara: está enemistado con Luis María Cabral (que preside la Asociación de Magistrados) por que entiende que su subrogancia es irregular, desconfía de Hornos, mantuvo cruces por escrito con Ana María Figueroa por las excusaciones de esta en causas de lesa humanidad (fue abogada en temas de DDHH) y se encuentra en la antípodas ideológicas de los conservadores Gustavo Riggi y Liliana Catucci. Solo tiene el apoyo de Ángela Ledesma y de Pedro David que va a su despacho dos horas por días tres veces a la semana (no logra abandonar los rituales de la vida de funcionario de organismos multilaterales de poco peso con Suiza como paisaje de fondo).
Hay una inquina más oculta: todos los camaristas están convencidos de que la denuncia contra la mitad de ellos que formuló el diputado nacional del FPV Carlos Kunkel por haber aprobado por tiempo indefinido la suplencia de Cabral fue escrita, o al menos dictada, por Slokar.
Tantos requemores llevan a buscar alternativas riesgosas que, de entrada nada más, implicarían reformular el reglamento. Algún sustento habrá porque Catucci ya se anoto para ser presidenta. “Lo que sea con tal de que la Cámara no caiga en control del Gobierno”, explica a sus íntimos.
Ricardo Lorenzetti sigue el tema muy de cerca. Es la Cámara de Casación Penal más importante del país y tampoco le cae en gracia que la presida Slokar, habitual crítico, casi siempre en privado, de las posturas de la Corte. Es por eso que el presidente del máximo tribunal ya opera para que ese cargo tenga dos posibles destinos: a Juan Carlos Gemignani (a quien conoce de Santa Fe) o una nueva reelección de Hornos que este año fue su aliado contra la reforma judicial.
Son preferencias que en realidad ocultan que el candidato que más le gustaría es Cabral, otro socio estratégico desde la Asociación de Magistrados. Al ser irregular su permanencia en la Cámara, su candidatura está en baja desde el vamos. Además este juez ya hace sus planes para competir por un asiento en el Consejo de la Magistratura, en 2014.