Quiso evitar las imágenes que protagonizaron Lázaro Báez, su ex vecino en Río Gallegos, y José López, su ex secretario en el Ministerio de Planificación Federal. Los dos fueron filmados y fotografiados con las manos esposadas, el pecho cubierto con un chaleco antibalas y un casco de guerra, escoltados por decenas de efectivos policiales con armas largas, anteojos negros, pasamontañas y equipos de comunicaciones.
Nadie tuvo esa foto. Julio Miguel de Vido disfrutó de sus últimos minutos en libertad con una caminata sin policías, acompañado por sus abogados: Maximiliano Rusconi y Gabriel Palmiero, con quienes ingresó a los tribunales federales de Retiro por una puerta lateral, no la principal que se encuentra sobre Comodoro Py 2002.
De Vido llegó hasta Retiro en el auto de Rusconi, quien más temprano había estado en el juzgado de Luis Rodríguez, el juez federal que la semana pasada ordenó su arresto, después de que se lo indicara la Cámara Federal, en la causa en la que se investiga el presunto desvío de fondos en el Yacimiento de Río Turbio.
“Mándenle champagne a la doctora Carrió”, les dijo a los periodistas que estaban afuera del edificio. Desde un subsuelo tomó un ascensor que lo llevó hasta el cuarto piso, donde se encuentra el despacho de Rodríguez. Llegó hasta el juzgado con sus abogados y allí se notificó que había una orden de captura en su contra. Luego pasó por el juzgado de Claudio Bonadio, quien también la semana pasada, después de Rodríguez, también había ordenado el arresto del ex ministro.
Efectivos de la Gendarmería los habían ido a buscar a su departamento en la avenida Libertador, pero el ex ministro no estaba en el lugar. Había dormido en la casa de uno de sus hijos en Palermo, desde allí siguió la sesión en la Cámara de Diputados, donde por 176 votos a favor, tras la ausencia del bloque del FPV, se votó su desafuero. Cuando vio que todo estaba terminado subió al coche de Rusconi y fueron hasta los tribunales federales para entregarse.
Rusconi había transitado durante la mañana los pasillos de Comodoro Py para evitar que la detención se hiciera efectiva. Pero no tuvo suerte. Ya desde la semana pasada, antes de las elecciones del domingo que dieron ganador al Gobierno de Cambiemos, estaba decidido que De Vido tenía que ser detenido, como lo había pedido a mediados de año el fiscal Carlos Stornelli, ex director de seguridad en Boca Juniors, el club que Mauricio Macri presidió durante años antes de decidir su objetivo era la presidencia de la Argentina.
Lo que se había anunciado como el arresto más televisado de la historia, finalmente no ocurrió. El Ministerio de Seguridad estaba notificado desde la semana pasada que apenas se hiciera efectivo el desafuero en la Cámara de Diputados, se debía proceder al arresto del ex ministro. Por eso se habían enviado efectivos al departamento de De Vido en la avenida Libertador, en su chacra de Zárate, y en la misma Cámara de Diputados.
Cientos de personas se habían congregado frente al domicilio del ex ministro en Libertador y Coronel Díaz para registrar con sus celulares la salida del ex hombre fuerte del kirchnerismo, pero en esos momento se había trasladado hasta los tribunales de Retiro. Allí estuvo poco más de tres horas y media, hasta que se ordenó su traslado hasta el hospital del Complejo Federal de Ezeiza, donde hoy pasará la noche.