Por Rodolfo Palacios.
“Es como si estuviera suicidado”. Esa frase que dijo hace casi cinco años en una entrevista con la revista Hombre, lo dice todo. Omar Chabán se sentía hundido en el peor de los infiernos. Ni en sueños podía ser otro. Tenía pesadillas kafkianas: se sentía juzgado y mirado por miles de ojos, no podía escapar de laberintos infinitos. Había quedado rehén de la tragedia que él fue acusado de causar. Según su abogado y sus amigos, el ex gerenciador de Cromañón, el boliche de Once donde el 30 de diciembre de 2004 murieron 194 personas en un incendio, hoy ni siquiera puede pensar.
“Está muy delicado. Se llegó a esta situación gravísima por la negligencia del Servicio Penitenciario Federal, que lo ha dejado abandonado a Chabán. Él no tenía apetito y lo dejaban así, sin comer. Empezó a tener febrícula, luego fiebre y ahí sí al médico del penal se le ocurrió sacarlo para ver qué pasaba. En el hospital le encontraron una tuberculosis de hueso y el linfoma en un cuadro complicado”, le dijo Pedro D’Attoli, abogado de Chabán, a CyR.
-¿Usted responsabiliza al Servicio Penitenciario Federal por la salud agravada de Chabán?
-No puedo responsabilizar a nadie, sólo digo que nos jactamos de ser los paladines de los derechos humanos pero a nadie le importó si mi defendido estaba sano en la cárcel.
-¿Qué piensa hacer como abogado de Chabán?
-Soy penalista y la decisión de iniciar acciones en el plano civil corre por cuenta de la familia. Y la familia de Chabán sólo quiere que se recupere.
–¿Chabán está lúcido?
–No. Es alimentado por una zonda. Bajó 20 kilos, pesa 45. Tiene todo el cuerpo pinchado y está en silla de ruedas. Al principio fue duro que lo tuvieran con un custodio en el hospital, que nos sacaba los celulares y nos revisaba. ¿Una persona en el estado de Chabán puede fugarse?
–¿Su estado es irreversible o entró en una fase terminal?
–Chabán está muy mal. Rechazó la primera quimio porque su cuerpo no resistía. Los médicos tratan de reforzar sus defensas y buscar un medicamento que pueda ir paliando el cuadro. Si esto se hubiese tratado con tiempo, la enfermedad no hubiese avanzado tanto.
La Justicia le dio ahora arresto domiciliario, pero Chabán sigue internado. Había llegado al juicio oral acusado de «estrago doloso seguido de muerte» y «cohecho activo». El día 19 de agosto del 2009, el Tribunal Oral Criminal 24 lo condenó a 20 años de prisión. En 2012 la Justicia le bajó la condena a 10 años y nueve meses.
El gravísimo estado de salud de Chabán, de 52 años, tuvo repercusiones en los familiares de las víctimas de la tragedia. Si antes muchos de ellos lo veían como un demonio, ahora sienten compasión por él. “Lamento la situación terminal de Chabán. No era lo que buscábamos los familiares de las víctimas. Queríamos la condena que dice el Código Penal, no una condena divina. Siento lo que está pasando Chabán y le haría un flaco favor a la memoria de mi hijo si celebro lo que le pasa a Chabán”, dijo a CyR José Iglesias, abogado querellante en el juicio contra Chabán y padre de una de las víctimas.
También se refirió a la supuesta negligencia del Servicio Penitenciario Federal. “Habrá que investigar si no lo atendieron adecuadamente. Todo esto hace que se desvíe el eje. Lo mismo que la salud de los músicos de Callejeros. De todos modos, es cierto que este hecho causó muchas más muertes. Hubo padres que murieron de cáncer porque no soportaron la pérdida de sus hijos o se les agravó enfermedades preexistentes. Lo peor es que en Buenos Aires siguen los derrumbes y las inspecciones siguen dejando mucho que desear. No hemos aprendido la lección”.
–¿Sintió odio alguna vez por Chabán?
–Nunca sentí odio por él.
–¿Y ahora qué siente por él?
–Pena. Mucha pena.