| Columnistas

¿A quién le temía el fiscal Nisman?

Por Rafael Saralegui

Después de haber denunciado a la autoridad más importante de la Argentina, ¿a qué o a quién podría tenerle miedo el fiscal Alberto Nisman? El mismo gobierno de Irán había puesto precio a su cabeza en su momento cuando acusó a cinco iraníes de haber orquestado el atentado contra la sede de la AMIA, en 1994. Nisman denunció a Cristina Kirchner por encubrimiento del ataque el miércoles de la semana pasada y se preparaba para asistir hoy a una audiencia en el Congreso donde sería escuchado por diputados de la oposición, que no lo pondrían en aprietos con sus preguntas.

Quienes conversaron con Nisman en los últimos días, horas, dicen que estaba ansioso, a mil, como era su costumbre, pero que su estado no se parecía en nada al de una persona temerosa, deprimida o asustada. Los primeros datos que surgen de la investigación apuntan a un suicidio para explicar la muerte de Nisman, pero esos indicios no concuerdan con otros elementos. “Hoy era su día”, apuntó un abogado que asistiría a la sesión en el Congreso, convocado por la oposición. El oficialismo tenía ganas de hacerle pasar un mal rato en el Congreso, pero eso no parece un motivo serio para quitarse la vida.

Después de la denuncia, como ocurre en la Argentina de los últimos años, Nisman se había convertido en un héroe o en un villano. Ni uno ni lo otro. Se lo intentó esmerilar con el argumento de que usaba a los servicios de inteligencia para investigar el atentado. ¿Qué se pretende, que use a la Policía Bonaerense? ¿Que no tuviera vínculos con la CIA o el Mossad? Es tan obvia la respuesta, ¿a quién iba recurrir, a la inteligencia iraní?

Nisman era envidiado por alguno de sus colegas: hacía más de diez años que se dedicaba a investigar un hecho, el ocurrido el 18 de julio de 1994, cuando murieron 85 personas, en el más grave atentado de la historia argentina. Por eso se quedó bastante solo después de la denuncia. El juez Rodolfo Canicoba Corral salió a dudar de su investigación y Servini de Cubría no habilitó la feria judicial para tratar la denuncia. Sus colegas fiscales no dijeron nada entonces, hasta hoy.

Si Nisman de verdad se disparó con una pistola calibre 22 (por ser pequeño el proyectil provoca mucho daño en el cerebro ya que no realiza una trayectoria lineal) la pregunta es por qué lo hizo.

Uno de sus principales sostenes en la SI, el ingeniero Stiusso había sido jubilado por las nuevas autoridades de La Casa. Que ese acto administrativo, lo haya empujado presentar la denuncia en enero, en plena feria, es una posibilidad. Otra es que temiera por su cargo, en una Procuración sacudida por las internas. Pero que después de haber provocado una conmoción en el país con su denuncia haya decidido suicidarse es algo que no cierra. Salvo que haya sido apretado. No hablamos de amenazas, algo a lo que estaba acostumbrado, y por eso contaba con una custodia numerosa. Hablamos de un apriete serio. Por ejemplo, una amenaza cierta a sus hijas. Y ahí posiblemente no tenía ninguna escapatoria. Otros colegas se inclinan por un asesinato, con ribetes de película yanqui. Todas las conspiraciones son posibles, pero la verdad es una sola. Nisman no está.