| Acusado de varios casos de abuso

Los rasgos fetichistas del violador del Mar del Plata

Se quedaba con ropa interior de sus víctimas y con sus celulares. Está acusado de cinco casos pero creen que podrían haber sido más. Temen que sufra represalias.

Valente fue reconocido por sus víctimas.

Valente fue reconocido por sus víctimas.

Por Rodolfo Palacios

“No me lo puedo sacar de la cabeza. No puedo borrar nada. Lo veo todavía adentro del auto, al lado mío, amenazándome con un cuchillo. Y esa mirada que no puedo olvidar. No puedo salir ni a la calle y no creo que vuelva a manejar un auto. No sé de dónde saqué fuerzas para tirarme. Eso me salvó”. El relato de una de las cinco víctimas de Claudio Valente –el presunto violador serial que en abril atacó en Mar del Plata y fue detenido– refleja el calvario que vivieron las mujeres abusadas.

Valente, de 42 años, estaba en libertad condicional desde el 5 de febrero. En menos de un mes, se cree que atacó a cinco mujeres: a una de ellas no llegó a violarla. “Creemos que hay más casos, pero hay chicas que no se animan a denunciarlo o no pueden hacerlo porque quedaron traumadas. Revivir la pesadilla es como sufrir una nueva violación. Hay chicas que no volvieron a salir a la calle porque tienen miedo”, le dijo a CyR una fuente judicial.

El violador acechaba a sus víctimas en pleno centro o a la salida de la universidad. En algunos casos amenazó a las mujeres con un cuchillo, las obligó a subir a un auto y las llevó hacia una zona alejada y poco transitada. Además les hizo tomar tranquilizantes. La Policía le encontró ansiolíticos entre sus pertenencias. “Se subió a mi auto y me dijo que no dijera nada, que manejara hasta un descampado. Amenazó con matarme, por suerte pude escapar sin que me tocara”, declaró una de las víctimas.

Valente estaba por cumplir una condena de 11 años y ocho meses de prisión por robo agravado y privación de la libertad. Se lo acusa de haber violado, el jueves 17 de abril, a dos jóvenes que secuestró en el centro marplatense y llevó al Faro para violarlas. Otras dos mujeres, que fueron violadas el lunes 21, también habrían sido atacadas de Valente, quien fue reconocido en una rueda de reconocimiento por las dos primeras víctimas. Una quinta víctima habría sido violada el jueves 24.

El imputado estuvo detenido en la cárcel de Batán. “Hay policías que se lo quieren comer crudo porque una de las víctimas es la hija de un forense. Es más, uno de los policías le tajeó el pene. Dijo que no se lo cortaron porque iban a tener problemas, pero que lo hubieran hecho por todo lo que hizo. No sé si este tipo va a seguir sano y salvo, los otros presos también se lo quieren comer crudo”, confió a CyR una fuente de la investigación.

El acusado se alojaba en un hostel cercano a la vieja terminal de micros. Los policías encontraron allí un bolso con varios anillos y teléfonos que le habría robado a las víctimas. La confección de un identikit colaboró para detener al supuesto violador.

Los pesquisas revelaron a CyR que el sátiro era fetichista porque se quedaba con ropa interior de las víctimas. “Una de las chicas dijo que se probaba su ropa mientras la violaba. Es un psicópata de manual que goza con el dolor ajeno y trata a las mujeres como si fueran objetos”, contó un investigador. Además dijo que el violador solía usar el celular que robaba a las chicas para llamar a sus novios o amigas. “Se hacía pasar por amante de las víctimas. Gozaba con ese tipo de perversidades”.

Para el abogado penalista Hugo López Carribero, este tipo de criminales deberían sufrir penas más altas. “El más clásico y consuetudinario psicópata criminal es que gusta de someter a sus víctimas en el esfera sexual. Conocer perfectamente y saben diferenciar el bien, del mal. Pero nunca experimentan un sentimiento de culpa ni remordimiento, a menudo hasta suelen ser hábiles seductores. Soy partidario de ampliar el sistema de seguridad establecido en el artículo 52 del Código penal, para un cautiverio por tiempo indeterminado”, opinó.

“El violador serial es un predador. Como todo cazador, acecha a la víctima y cuando ve el momento oportuno, la embosca. Ejerce un ritual perverso de dominación y humillación hacia la víctima, que en este caso es como si fuera la presa del cazador. El mayor sufrimiento ajeno le produce mayor placer. Son psicópatas que gozan con el dolor de la víctima”, opinó el psiquiatra forense Miguel Maldonado, que actuó en el caso Barreda, entre otros casos resonantes.