| Columnistas

Tres cosas a tener en cuenta en cualquier política contra el narco

Por Norberto Emmerich* y Joana Rubio**

Por Norberto Emmerich* y Joana Rubio**

1) En primer lugar, ordenar el discurso con el cual referirse al tema. Si las definiciones son “combate”, “guerra”, “lucha”, el narcotráfico responderá de la misma manera, sin discursos por supuesto. Se organizará y comenzará a entablar una dialéctica violenta, solo para sobrevivir a lo que considera es una amenaza armada. Los términos que se utilicen en la elaboración y exposición de una política son las referencias que el “otro” recibirá como advertencia, amenaza o recomendación. Si por el contrario, las referencias son sobre “drogas”, “consumo”, “seguridad urbana”, etc. el narcotráfico no se sentirá aludido y considerará que el gobierno adoptará políticas de salud pública y cierto control de la venta callejera.

Es más corriente y habitual que haya contradicción entre discurso y política, y en ese caso el narcotráfico reaccionará frente a la política, no frente al discurso. Pero una política sobre el narcotráfico que pretenda ser exitosa, debe ser también congruente. Las disonancias entre discurso y política emiten un mensaje de gobierno inefectivo y políticas inofensivas, que el narcotráfico comprende inmediatamente. El discurso del narcotráfico (que lo tiene y debe estudiarse) no tiene incongruencias ni disonancias, sus mensajes son valorativos y sus estructuras son inclusivas. Cuando se habla de inclusión, de valores y de pertenencia, en un contexto de crisis económica e indicadores inflacionarios, en los barrios pobres de nuestras ciudades crece la sospecha de que las palabras con que se describe la realidad sólo buscan silenciarla. El discurso se convierte en palabras, primer error de un mal comunicador que no percibe que su discurso se ha cargado de silencio.

2) El objetivo de toda política pública en relación al narcotráfico es recuperar el territorio. La recuperación del territorio se logra mediante el uso público del espacio público, con políticas que son más municipales que federales. Allí donde el espacio queda vacío es donde el narcotráfico se asienta con comodidad. En ciudades donde la vida pública termina a las 20 o 22 hs. es imposible considerar seguro el territorio nocturno. Plazas, parques, espectáculos gratuitos, vida nocturna, transporte las 24 hs., acceso a geografías distantes, iluminación de calidad. Ocupación del territorio significa ampliación del horario de la vida urbana. Esto implica buscar indicadores de narcotráfico a nivel municipal y diseñar políticas públicas municipales, porque el territorio no ocupa territorios federales sino espacios locales. Si el territorio es un insumo básico del mercado de consumo de drogas, ese territorio está vinculado al consumo, o sea es un territorio de proximidad, un territorio municipal. Estas medidas no serán un plan de seguridad, sino medidas de prevención que tienen como objetivo fortalecer la recuperación social del uso y ocupación del territorio, o sea medidas políticas.

3) Las políticas de desalojo coactivo son tan caras como decepcionantes. Si el narco se apoderó de una villa en Rosario o Buenos Aires, la política de seguridad no puede ser pasar las topadoras por sobre los búnkers, sino hacer que la villa deje de ser una villa, mediante una política de urbanización. Luz, agua, gas, transporte, pavimentación, títulos de propiedad, etc. Que la villa forme parte de la ciudad, teniendo los problemas de la ciudad. Porque si en un barrio pobre consumir drogas es parte del narcotráfico (porque a partir de ese consumo el narcotráfico constituye un “mercado”), en un barrio de clase media de la misma ciudad y a pocos metros de la villa, consumir drogas es una elección individual (porque el narcotráfico no puede establecer relaciones de dominación sobre individuos libres). Eliminar la villa como forma de vida, implica disminuir los márgenes de actuación del narcotráfico, aunque el consumo de drogas no se vea seriamente afectado.

* Investigador Prometeo – IAEN- Ecuador

** Departamento de Estudios Políticos y Gobierno, Universidad de Guadalajara

Fuente: Agencia Paco Urondo.


Compartir: