| Fueron clausurados más de 500 alojamientos

Hoteles porteños convertidos en aguantaderos

En operativos conjuntos se descubrió que en hoteles porteños viven bandas dedicadas al narcotráfico, punguistas, arrebatadores, mecheras, escruchantes. Ladrones golondrinas.

Uno de los hoteles inspeccionados.

Uno de los hoteles inspeccionados.

Por Ignacio Ramirez.

Refugio y fábrica de delitos. Hogar y centro de operaciones. Allí planifican sus robos y hacen el recuento de sus botines. Es el punto de reunión de bandas delictivas y a la vez su morada. De afuera son hoteles tradicionales: familiares, pensiones o albergues transitorios. Adentro conviven comunidades de delincuentes.

En la ciudad de Buenos Aires en el último año se clausuraron 590 hoteles, de los 2387 habilitados, donde se concentraban bandas dedicadas a distintos rubros delictivos: carteristas, pungas, tratantes, pincha ruedas, mecheras, escruchantes. Todos convivían bajo los mismos códigos.

Comercios que se transforman en lugares propensos para desarrollar diferentes hechos ilícitos, en otros, son directamente aguantaderos de delincuentes en actividad con residencias permanentes o criminales golondrina, que trabajan dos meses, para luego salir del país.

La actividad de hospedaje y hoteles pasó convertirse más en los viejos inquilinatos, en donde la actividad comercial se vincula a una serie de actividades irregulares, informales o  clandestinas, y que en ocasiones puede llegar incluso a relacionarse con redes delictuales.

Muchos de los delincuentes que usan los hoteles aguantadero son denominados “criminales golondrina”: llegan a Buenos Aires para robar un par de meses, juntan el botín y continúan su ruta hacia otros destinos.

Los procedimientos o inspecciones conjuntas fueron realizadas por la Agencia Gubernamental de Control (AGC) de la ciudad, en conjunto con la Policía Federal, Dirección de Migraciones y la Policía Metropolita. Se  detectó a personas que residen de manera irregular en el país (sin pasaporte) o incluso personas con pedidos de captura nacional e internacional, como así también habitaciones convertidas en una especie de depósito de mercadería ilegal que luego es vendida en la vía pública, hasta la desarticulación de bandas que operaban en el narcotráfico, y utilizaban sus habitaciones como lugar de “estiramiento, corte; fraccionamiento y venta” de estupefacientes, con gran preponderancia de “paco y cocaína”, y otras que operaban para la explotación sexual e incluso la corrupción de menores.

“Hoteles que desvirtúan la actividad que es alojar pasajeros, en inquilinatos. Escondiendo una serie de delitos que son conexos con la forma de vivienda de las personas. Procesamiento y distribución de drogas, depósitos clandestinos, hasta corrupción de menores. Y lo más preocupante, los criminales golondrinas, para no generar una causa penal en argentina, residen 40 días para emigrar con los botines. La complicidad con los dueños de los hoteles es real”, indica Juan Centurión, director ejecutivo de la AGC.

La mayor cantidad de hoteles inspeccionados y clausurados se encuentran en Palermo, Balvanera, Monserrat, Almagro, San Cristóbal, y Retiro.