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La función del Estado y los linchamientos

Por Carlos Chiara Díaz*
Por Carlos A. Chiara Díaz
La violencia y los violentos parecen haberse adueñado de los espacios públicos y son quienes a través de piquetes exhiben la protesta social ante la contemplación de las fuerzas de seguridad, que no actúan al parecer cumpliendo órdenes de quienes tienen poder de mando, consolidando la restricción de los derechos constitucionales de sectores mayoritarios de la sociedad que, a su vez, sufren la persistencia de una ola delictiva cada vez más gigantesca que pone en peligro en las grandes urbes la vida y los bienes de los más vulnerables, en especial de los ancianos, mujeres embarazadas, enfermos, discapacitados y niños indefensos.-

Asimismo, desde las más altas esferas se lanzan discursos, declaraciones y mensajes agresivos en contra de políticos, dirigentes gremiales y empresarios, jueces, fiscales y medios de comunicación, haciéndolos responsables de campañas sucias tendientes a engañar al pueblo y desestabilizar al gobierno de turno, que ignora los problemas centrales de la gente y nada ofrece en materia de planes estructurales dirigidos a reducir la actividad de las bandas delictivas actuantes en connivencia con los poderosos narcotraficantes que se han instalado dadas las facultades para actuar que han encontrado en el orden nacional, en las provincias, en las fronteras y el espacio aéreo.-

Se ha llegado al colmo que en un programa de televisión reciente se exhibieran los búnkeres o «quioscos» donde se vende droga en conocidos lugares de Rosario, con intervención de menores de edad y la presencia de sicarios que matan por dinero y explican sus procedimientos y códigos para eliminar seres humanos elegidos por quienes los contratan, por lo cual el Secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, pidió que se arrasaran los 170 búnkeres detectados y envió 2000 gendarmes tratando de conjurar esas andanzas mafiosas.-

Por lo tanto, no debe llamarnos la atención que en varios lugares el país, personas con nivel cultural y económico medio o superior hayan reaccionado frente a acciones delictivas de «arrebato» o desapoderamiento violento a cargo de menores y/o delincuentes desarmados, sin gran capacidad de daño, atacándolos con superioridad numérica y sin piedad en feroz golpiza sobre la cabeza y zonas vitales que les provocaron lesiones gravísimas o la muerte, en actos calificados de «linchamiento» y que en realidad constituyen homicidios calificados o lesiones agravadas, sancionados en el Código Penal con las penas de prisión más altas, sin que se haya registrado la presencia y actuación policial para ponerle coto y/o se sepa de la iniciación de los procedimientos legalmente previstos en los Códigos Procesales Penales, como si tratara de situaciones aceptadas y asimiladas como comunes ante la inseguridad reinante y el fracaso de políticas preventivas del delito y del accionar de los delincuentes.-

Ello es, sin embargo, inaceptable y debiera preocuparnos a todos porque significa la desaparición concreta del Estado precisamente cuando más debe actuar en defensa de los ciudadanos y en preservación de sus derechos a fin de justificar su existencia, a más de tratar de evitar el encadenamiento de casos hasta que se provoque un tsunami delictivo, donde no haya límites e impere la ley del más fuerte que nos devuelva a la jungla y/o a estadios primitivos de la civilización.-

Por eso, es imprescindible construir con urgencia sobre bases constitucionales, respetuosas de los convenios y pactos de derechos humanos, un Código Penal idóneo, coherente, sintético, moderno y que garantice la eficacia en la preservación de los bienes, en la prevención y respuesta sancionatoria por las actividades delictivas, en especial de los grupos mafiosos que operan con apoyo externo, además de concretar reformas genuinas que garanticen una mejor administración de justicia y el buen funcionamiento del Ministerio Público Fiscal, con auxilio efectivo de la Policía y de las fuerzas de seguridad, sin interferencias desde el poder y de los grupos económicos o mediáticos, caso contrario seremos presa fácil de una delincuencia organizada y sin escrúpulos que nos comprometerá a todos en su ilegitimidad y falta de valores.

*Director del Suplemento Derecho Penal y Procesal Penal de El Dial.com

 


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