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La venganza colectiva es un clasicidio

Por Juan Pablo Mollo*

En el nuevo mundo de las mercancías, la delincuencia y la criminalidad organizada no emergen de la exclusión social sino por inserciones mafiosas cada vez más compactas que están bien incluidas en el tejido económico social.

Sin embargo, los linchamientos se ejercen sobre pungas o personas que roban pero de un mismo sector social desfavorecido. Y en esta focalización funciona el imperativo mediático.

Si bien los episodios delictivos aumentan, muchos medios buscan ganar rating utilizando el delito como centimetraje; es decir: en los canales de televisión más amarillistas, la información sobre hechos delictivos asume las mismas características de una publicidad, diseñada por un departamento de marketing, para vender un producto. Lo curioso es que ese producto mediático es siempre el mismo y se vende bien en contextos electorales.

En otros términos, si bien la experiencia colectiva del delito está estratificada, es manifiesto que los individuos no experimentan el delito sin mediación, aprendizaje o guión. Incluso lo que puede llamarse experiencia del delito está culturalmente construida y en los últimos años ha sido dramatizada y reforzada por los medios de comunicación que funcionan, sabiendo o no, como legitimadores del poder punitivo. Por ende, no me sorprende que en nuestros días linchen a un delincuente cuyo estereotipo se percibe como el único mal de la sociedad.

La gente que lincha continúa, por otros medios, con la misma lógica que tiene el sistema penal y su aparato de publicidad. El pánico o el miedo irracional se transforma en una desesperada justificación del poder de castigar lo que considere peligroso.

El chivo expiatorio de América Latina es el modo de vida marginal y por esto la venganza colectiva, legal o no, termina en un clasicidio. El sistema penal implica un régimen desigual que profundiza la lógica de segregación o de linchamiento por goteo de la marginalidad económica y social a través de la cárcel.

*Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).


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