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El crimen de un periodista conmueve a México

Por Rodolfo Palacios– En su arriesgada carrera periodística, Gregorio Jiménez de la Cruz había escrito varias veces, en las páginas de los diarios Notisur y Liberal del Sur de Veracruz, la escena cada vez más habitual en la que grupos comando irrumpen en una casa para secuestrar a una persona. El miércoles 5 le tocó vivirlo a él: hombres armados y encapuchados se lo llevaron secuestrado. Apareció muerto seis días después en una zanja clandestina.

 

“Fue una venganza personal”, es la versión oficial que dio el gobierno de ese estado mexicano. Intentan que el caso quede como un simple pleito vecinal, cuando las evidencias indican todo lo contrario: el reportero había sido amenazado por sus investigaciones contra el crimen organizado. La hipótesis de asunto personal cae por inconsistente en medio de la violencia que sufren los periodistas de Veracruz: durante el gobierno de Javier Duarte, de 2009 al fines de 2013, se cometieron 132 agresiones contra la prensa y en ese período fueron asesinados diez periodistas.

 

En lo que va del año desaparecieron tres periodistas y en los últimos años 12 se fueron de la ciudad por las amenazas de los carteles del narcotráfico. Con 87 periodistas asesinados desde 2000, según cifras de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), México es el país más peligroso de América Latina para ejercer esta profesión.

 

El fiscal de Veracruz, Amadeo Flores, sostiene el inverosímil móvil de “asunto personal”. El cadáver de “Goyo”, como le decían al periodista, fue hallado junto con los cuerpos de otras dos personas en fosas clandestinas en el municipio de Las Choapas. Hasta ahora hay cinco detenidos, entre ellos José Luis Márquez Hernández, quien acusó a Teresa de Jesús Hernández Cruz, la dueña de un bar, de haber contratado a un grupo de sicarios para matar al periodista por “diferencias personales”. Se dice que la mujer, que también fue detenida, pagó 20 mil pesos mexicanos (o 1666 dólares) por el asesinato. Según una versión periodística, en octubre de 2013 el periodista fue amenazado para que no investigara sobre los secuestros cometidos por un grupo narco que opera en la región.

 

El caso de Goyo trajo por consecuencia una cadena nacional e internacional de denuncia por su desaparición. Muchos periodistas perdieron el miedo y salieron a pedir su aparición con vida, aunque luego denunciaron que los medios para los que trabajan amenazaron con echarlos por haber participado de las manifestaciones. En un escrito anónimo publicado por un periodista en Facebook, puede entenderse mucho más el contexto que se vive en Veracruz: “Aquí está prohibido indignarse, manifestarse, pararse por la zona de las movilizaciones si se quiere mantener el empleo, la opinión personal carece de valor y el Gobierno Estatal se siente tan todopoderoso no sólo como para controlar las primeras planas de los periódicos y las noticias en los noticieros de radio y televisión, donde la nota no fue el hallazgo del cuerpo de Goyo, sino que su muerte se dio ‘por un pleito de vecinos’, vecinos que entierran los cuerpos en una fosa clandestina; sino también como para amagar el sentir y la decisión de todos nosotros de asistir a las marchas para inconformarse por este indignante hecho”.

 

La organización Artículo 19 advirtió que cuenta con información que señala que desde hace poco más de seis meses un grupo criminal amenazó a medios locales de comunicación del sur de Veracruz para que no publicaran información sobre sus actividades criminales. “No existen condiciones de seguridad para el ejercicio periodístico, ya que en la zona se han presentado varias agresiones e incluso han sido retenidos por el Mando Único de Policía”, sostuvo en un comunicado. Hace dos años, varios periodistas y escritores realizaron un proyecto para rescatar la memoria de los periodistas asesinados. Escribieron un libro y publicaron fotos de las víctimas.

 

La periodista Marcela Turati escribió un alegato contundente y emotivo sobre el crimen del periodista: “Goyo, me gustaría asegurarte que cambiaste la historia, que lograste unir al gremio, que no habrá otra desaparición que ocurra en silencio. Pero no puedo adelantarme. Eso sí, tu caso fue diferente porque tu jefa y tus compañeros se la jugaron por ti, porque en Veracruz ya se sacudieron el miedo. Como Antígonas, tus compañeras periodistas desafiaron las leyes del estado y salieron a buscarte, intentaron regresarte a casa. Ahora te pido, protégelas de toda ira. Protégelas de quienes no conocen la palabra dignidad. Por todo el país y desde distintas partes del mundo nos pusimos como antifaz tu rostro. Reclamamos que te liberaran, gritamos tu nombre y que te queríamos de regreso. El gobierno dictaminó que tu vida valía una casa, eso fue lo que intentó regalarle a tu viuda para asegurar su silencio. Por un minuto pensamos que te encontraríamos vivo, que por primera vez habíamos logrado rescatar a un periodista de la muerte, que tú serías parteaguas de esta tragedia. Hasta que apareciste. ¿Y sabes? rapidito aclararon tu muerte, dicen que no fue por tus notas sobre secuestros, tampoco fue un crimen pasional como el de Regina, fue una riña de vecinos (vecinos que arrojan cuerpos en fosas sobre otros cuerpos). Tu vida costó 20 mil pesos en este país donde todos somos ejecutables y desaparecibles. Me dueles Goyo y todos los Goyos desconocidos”.


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