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Las autodefensas mexicanas: un nuevo estadío en la problemática narco

Por Javier Sinay, desde México D.F.– La comunidad de Gabriel Zamora, en el estado mexicano de Michoacán, vio moverse la semana pasada a decenas de agricultores y comerciantes armados con ametralladoras AK 47. Aunque en un principio se temió que fueran miembros de alguna patrulla narco, en breve quedó claro que eran miembros de las autodefensas civiles y que venían a hacerse cargo del control de la seguridad. En esta región del Este azteca, las autodefensas se presentaron hace un año, cuando un grupo de ciudadanos decidió desarmar a las policías municipales, expulsar a los intendentes y tomar en sus manos la seguridad en poblaciones de la región de Tierra Caliente.

 

En el corazón del territorio mexicano, estas brigadas –que todavía tienen mucho de improvisado- son el nuevo elemento en el combo violento y complejo del narcotráfico, y en las últimas semanas han llamado la atención gracias a su avance sobre el territorio, a veces a costa de sangre y fuego.

 

De este modo, los hombres sencillos se hacen cargo de la lucha contra Los Caballeros Templarios, la facción narco que domina la zona y que cometía, hasta hace poco, toda clase de delitos. Los Templarios han surgido como un desprendimiento de La Familia Michoacana, una organización –a su vez- que llegó a ser considerada como un culto pseudoreligioso por la justificación divina con la que disfrazaban sus crímenes. La Familia se había dado a conocer el 6 de septiembre de 2006, cuando en la discoteca Sol y Sombra -de Uruapan, la segunda ciudad más poblada del estado de Michoacán-, aparecieron en la pista de baile seis cabezas humanas decapitadas.

 

Durante un año, las autodefensas lucharon contra los Templarios: la campaña alcanza su pico más dramático a exactos veinte años del levantamiento del Subcomandante Marcos y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que en 1994 desafió al Estado porque atropellaba los derechos de los indígenas de Chiapas. Las autodefensas hacen lo mismo, pero esta vez no desafían al Estado, sino a otro grupo civil.

 

“El pueblo se manifestó y tomó el municipio de Gabriel Zamora”, dijo Estanislao Beltrán –vocero de las autodefensas- luego de entrar en la comunidad de Gabriel Zamora. “Nuestros compañeros ya le dieron legalidad y confirmaron que es el pueblo el que se está manifestando”. Durante el fin de semana pasado, las autodefensas, acompañadas esta vez por el Ejército, tomaron además otras dos localidades: Plan de Ayala y Santa Clara de Valladares.

 

Por otro lado, el presidente Enrique Peña Nieto anunció el martes pasado una inversión de 45 millones de pesos (unos 3 millones de dólares) para ayudar a “revertir las condiciones de debilidad institucional” en el estado de Michoacán, que se encuentra bajo operación militar desde mayo de 2012 y que ha registrado a cerca de 600 pobladores en las llamadas “Guardias Rurales”, y les ha prometido, incluso, un uniforme. Los Caballeros Templarios no están en sus mejores tiempos: la Policía Federal mexicana detuvo la semana pasada a Jesús Sánchez Huerta, alias Chucho el Descuartizador, acusado de desmembrar, incinerar y desaparecer los cuerpos de seis víctimas.

 

En México, un país jaqueado por el narcotráfico y la violencia, no falta quien tema que las autodefensas se puedan transformar, a su vez, en otro grupo delictivo: tienen las armas, tienen el dominio territorial. “Primero hay que preguntarnos por qué el gobierno no hizo nada durante años en contra de los Templarios y el poder que adquirieron; después, averiguar por qué no se detuvo tampoco a quienes se organizaron en contra de eso tomando las armas sin autorización”, reflexiona Raúl Benítez Manaut, especialista en temas de seguridad y profesor retirado del Centro de Estudios Superiores Navales y del Colegio de Defensa Nacional.

 

En el último día de 2013, un video aparecido en YouTube permitió ver imágenes de marchas, protestas, vehículos baleados y personas fallecidas que habían sido parte de las autodefensas, que se presentan con el jactancioso título de Valor Por Michoacán. El video se titulaba “Resumen 2013 de las autodefensas Valor Por Michoacán”, duraba 11 minutos con 34 y llegaba online en un momento de máxima tensión: durante todo el año, brigadas de comerciantes y agricultores armados habían estado luchando en las ciudades de Tepalcatepec, Buenavista y Coalcoman.

 

El problema del gobierno, ahora, es qué hacer con las autodefensas. “Los Caballeros Templarios están acorralados y no van a actuar, pero el riesgo es que cuando vean que la acción del gobierno se ablanda un poco, reaccionen y se venguen contra los miembros de las autodefensas. Por eso, estos no quieren dejar las armas”, explica el especialista Benítez Manaut. Por otro lado, tampoco está demasiado claro quién financia a las autodefensas: algunos dicen que, lejos de alimentarse a sí mismas, tienen vínculos con el Cártel de Jalisco Nueva Generación, enemigos de Los Caballeros Templarios en pugna por las rutas del narcotráfico de la zona. En el mercado negro mexicano, una ametralladora AK 47 cotiza en 700 dólares, y varios de los hombres de las autodefensas luchan con esas armas. “El otro detalle es que, políticamente hablando, el gobierno teme al pueblo organizado”, sigue Benítez Manaut. “Por hay cierto sentimiento anti-autodefensa. Se dice que se van a convertir en un Frankenstein armado y que nadie va a poder pararlas”.


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