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Subtes: bajo tierra crecen los casos sin resolver

Por Javier Sinay.

Todavía buscan una respuesta. Los familiares y amigos de Nicolás Olmos piden testigos para terminar de entender qué le pasó al chico que murió al caer a las vías del subte y ser arrollado en la línea B, el jueves 11 de octubre, entre las once y media y las doce del mediodía. El hecho ocurrió en la estación Ángel Gallardo, pero es muy poco lo que se sabe y por eso la familia Olmos hace circular un número de teléfono (011 15 5 605 6673) en busca de alguien que haya visto algo.

Aquel día, el servicio estuvo interrumpido hasta las dos de la tarde, mientras los miembros de la comisaría 11ª de la Policía Federal y del SAME trabajaban en las vías. Un vocero de la empresa Metrovías explicó a Crimen y Razón que “desde que la policía toma intervención, nosotros ya no somos parte de lo que pasa porque nos ponemos a disposición de la Justicia”. El vocero de la empresa agregó, además, que “la responsabilidad de la seguridad en el subte no es de la empresa; el subte es un espacio público y la responsabilidad es de la policía”. En el caso de Nicolás Olmos ninguna cámara de video registró la tragedia y Metrovías no pudo aportar nada. Sólo sus empleados colaboraron con sus declaraciones.

En el caso de Emiliano Holzcan tampoco hubo registros de video útiles. El estudiante de 27 años  de la escuela Manuel Belgrano de Marina Mercante falleció el 30 de octubre de 2011 en la estación de Castro Barros de la línea A, muy cerca de la de Ángel Gallardo. El  martes que viene, cuando se cumpla un año de la tragedia, sus familiares harán un acto en la vía pública en Castro Barros y Rivadavia: “Vamos a decir unas palabras, pediremos justicia”, explica Javier, hermano de Emiliano.

Hace casi un año, Holzcan viajaba hacia Primera Junta, para estudiar con un amigo. Después jugaría al basket. Pero dentro del tren un punga manoteó su iPod y escapó corriendo. Cuando Holzcan salió a perseguirlo, quedó atrapado con su mochila en la puerta: en el arrastre encontró su muerte. Y a pesar de que hubo un identikit, un nombre, un sospechoso y un allanamiento, todavía no se sabe quién es el ladrón.

Por otro lado, se estima que hay unos doscientos pungas robando en los túneles y en los trenes de Metrovías. Muchos de ellos, en connivencia con los policías apostados para detenerlos.

“Los trenes de la línea A tienen cien años y las puertas nunca se arreglaron: el subte es una ruleta rusa”, sigue Javier Holzcan, su hermano. Y cuenta que hace dos semanas recibió algunos registros en video de las cámaras que se encontraban en la superficie, sobre la avenida Rivadavia, porque las imágenes provistas por Metrovías carecen de valor: “Solamente enviaron los videos de las estaciones de Primera Junta y de Once, pero no los de la estación Castro Barros. Y además son dos cámaras que apuntan a los molinetes”.

Según contó una testigo, el punga que provocó la muerte de Emiliano Holzcan subió en la estación Congreso. Pero es poco. Hoy, la familia sigue buscando testigos e información. La casilla de correo electrónico justiciaporemilianoleonel@hotmail.com está abierta a todo tipo de mensajes. El blog justiciaporemilianoleonel.blogspot.com es un libro de actas que registra lo poco que la Justicia ha podido avanzar en el caso. Y un grupo de Facebook trata de mantener vivo el asunto. “La causa está ahora en la nada”, se lamenta Javier. “La jueza determinó que fue un robo simple, que el punga sólo lo arrebató y no lo tiró. Nosotros creemos que fue un robo seguido de muerte”.

La familia Holzcan pasó en este año varias penurias, pegando carteles en las estaciones de subte y viendo cómo el personal de limpieza de Metrovías los retiraba en poco tiempo o escuchando, de boca de un policía en la comisaría del subte y a muy poco de ocurrido el hecho, que Emiliano se había suicidado. “Lo descartamos desde el inicio”, asegura su hermano. “Él era un deportista que convivía con su novia desde hacía cinco años, no tenía deudas, le faltaba un año para recibirse y era profesor de salsa. Era ridículo que se quisiera suicidar”.


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