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La trompa en el asfalto

Por Jorge Asis

escribe Oberdán Rocamora

Redactor Estrella, especial

para JorgeAsísDigital

Previa

Alberto como ilusión del antikirchnerismo

A sectores dramáticos de la sociedad les cuesta asimilar que La Doctora, electoralmente, les hizo depositar la trompa en el asfalto.

A través de Alberto Fernández, El Poeta Impopular.

Duele asumir que los venció después de varios años de tratamiento estimulante como “la jefa de la banda”.

No toleran, siquiera, la mera idea de la astucia estratégica.

Brota entonces la ilusión divisoria. Alberto como último refugio del anti-kirchnerismo.

Por el deseo prematuro de enfrentarlo con La Doctora y los mazorqueros de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.

La académica tontería instala la preocupación. ¿Quién va a gobernar?

Surgen los cruzados que se anticipan. Sostienen que Alberto debe ser protegido.

Un trader, un cuevero de Wall Street de relativo nivel, manifiesta que teme, como cualquier señora digna, por el rol que puede tener La Doctora que los embocó.

Por la “superstición de la democracia”, con la desdicha de los votos.

Consecuencia de la alianza acertada del “frepasito tardío” de La Doctora y el PJ institucional.

Completada con Sergio Massa, El Desconcertante Conductor que supo “resetearse” y aportar la diferencia.

Carolina Mantegari

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¡Gloria y loor para Mauricio! El Ángel Exterminador que destruyó, a su paso, todo lo que pudo.

En su derrotero, sin otra alternativa, lo exterminó a Nicolás Dujovne, El Youtuber. Sensible preferido de la señora Lagarde, Madame Bovary.

Para horror del señor Cardarelli. O de David Lipton, el demócrata que se cubre. Mauricio se dispone, en la práctica, a exterminar al Fondo Monetario Internacional.

Organismo internacional gerenciado por «giles de lechería», diría Julián Centeya. Que con la luz verde de Donald Trump se convirtieron en los ideólogos excluyentes del Tercer Gobierno Radical.

Les prepararon el programa que no tenían y les hacía falta, después de 30 meses de nadería moral y gradualismo oral.

Al tierno Youtuber lo reemplaza Hernán Lacunza, El Quijote, penúltima colaboración para el Ángel de Sor Vidal.

Para entretener a los economistas opositores, El Quijote se dispone a repartir caramelos de madera, ligeramente espolvoreados con azúcar impalpable.

Con la fábula del diálogo, a los efectos de complicar, de algún modo, a Alberto.

Ya Marco, Lavagna Chico, succionó su caramelito espolvoreado. Pronto lo va a probar Agustín Monteverde, en nombre de los Centuriones Evangelistas. Y José Luis Espert, El Despierto.

Por Alberto va a disfrutar su caramelito de madera Emmanuel Alvarez Agis, El Culata, como lo apodaba Guillermo Moreno, El Mal Pagado.

La mueblería

Al levantar la trompa del asfalto, el convaleciente TGR, después de la asamblea del frasco ampliado, reaccionó con la tradicional dinámica de mueblería.

Para exhibir la vigesimoquinta Mesa de Conducción Política. Sin originalidad va a reunirse los lunes, con la similar inutilidad de las 24 mesas anteriores.

Pero la nueva mesa presenta a Marcos Peña, El Pibe de Oro, golpeado. Con los labios en el asfalto. Aniquilado por el fracaso de la micro-segmentación, de la Big Data, de la distribución masiva de espejitos de colores que producía en sociedad con el pensador Jaime Durán Barba, El Equeco.

Por su parte El Equeco justifica la pérdida del invicto, por goleada, con sus recursivas reflexiones editadas en el diario de Jorge Fontevecchia, Ciudadano Ilustre.

En la instancia Peña funciona como adorno, precisamente de centro de mesa. Sin la jerarquía de los momentos estelares de la mueblería. Cuando calificaba como el titán imbatible que siempre ganaba las elecciones.

Una lástima que la “nueva política”, al estampar la trompa en el asfalto, arrastre los mismos vicios escatológicos de la política vieja.

La permanencia del peronismo admite propagar la sentencia cruel.

Indica que lo que no se perdona, en política, es la derrota.

Entendida, la derrota, como inapelable error.

Como en septiembre del 18, El Pibe de Oro vuelve en el 19 a salvarse. Sobrevive a la ofensiva de los competidores naturales para la sucesión desmoronada.

La señora María Eugenia, Sor Vidal, La Chica de Flores de Girondo, asociada a Horacio Rodríguez Larreta, Geniol. Junto al despojado Rogelio Frigerio, El Tapir.

Para ser rigurosos, Marcos queda por ser la construcción personal de Macri.

Una extensión de su cuerpo, señalado ingratamente como “el mariscal de la derrota”.

Y queda, además, por la señora Carrió, La Demoledora. Se identifica con el Ángel en la caída. Para demoler juntos y exterminar lo que se pueda.

Duelo de Chanchos

Presidente de la Comisión Liquidadora del TGR, y en simultáneo candidato, el Ángel va, en su Duelo de Chanchos, por la revancha.

Contra Alberto, al que pretende asociar a su fracaso. Con el cuento circular de la responsabilidad.

Tiempo difícil para El Poeta Impopular. Sobrecargado de focos. Cada pregunta contiene el riesgo explícito del dardo envenenado.

El noqueado, Mauricio, en el Duelo de Chanchos intenta recomponerse desde el asfalto, a través de la energía de Alberto, el representante de quien de verdad lo noqueó. La Doctora.

El poder que le queda a Mauricio es escaso. Pero contiene una potencial capacidad de daño.

Tiene para defender el Maxi Quiosco del Artificio Autónomo de la Capital, hoy regenteado por Horacio.

Con mayor habilidad que carisma, Geniol va a mostrarlo, a Mauricio, lo menos posible.

Hasta ahora, Horacio es el exclusivo peso fuerte que pudo sobrevivir al colapso.

Con Martín Lousteau, El Personaje de Wilde, en el bolso, en la eternidad de octubre Horacio debe lidiar con Matías Lammens, El Santo Tinellista.

Epígono de Macri, pero en San Lorenzo, el club de Marcelo Tinelli, El Amagador, y del Papa Francisco, El Último Estadista.

Junto a la atractiva Gisela Marziotta, La Colega Inquietante, el tinellista Lammens es recreado artesanalmente por Víctor Santamaría, Líder del Peronismo de Consorcio.

Víctor es bastante amigo de Rodríguez Larreta, el rival de su gallo. Juntos solían contar aspectos entrañables de la vida espiritual.

El desafío de Geniol, con Lousteau adentro, es sortear el “viento huracanado” del antimacrismo.

Si controla la natural adversidad, Rodríguez Larreta puede convertirse tranquilamente en el jefe de la oposición al peronismo triunfante.

O sea, a la formación de La Doctora que lleva, como estandarte de torta, al Poeta Impopular, repentinamente agraciado como Estadista.

Debe aceptarse que La Doctora lo designó a Alberto candidato a presidente con la misma altivez conceptual con que designó a Amado Boudou, El Descuidista, en 2015, como vicepresidente.

Decir que, si le gana al Peronismo de Consorcio, Geniol va a coronarse como jefe de la oposición significa confirmar que ni el optimista más enternecedor supone que Mauricio, en la eternidad de octubre, vaya a recuperarse del sopapo electoral aplicado por la realidad -cliquear- el 11 de agosto.

El peronismo perdona un momento de locura

Con el Ángel retroceden otros pilares que competían por la sucesión extinguida.

En principio, Sor Vidal. Estaba en mejores condiciones que el propio Ángel para confrontar con Alberto y La Doctora. Pero las encuestas no dan derechos.

Entonces la sacrificaron para arrastrar la cruz de Mauricio por la Tercera Sección Electoral.

Y perder con Axel Kicillof, El Gótico, penúltima revelación del peronismo reticente a la creatividad.

Ahora La Chica de Flores se recompone de la primera derrota. Decide prolongar su epopeya en la elección real de octubre. Diseña una nueva campaña. Sin la flagelación de ninguna cruz.

Retrocede, como se insinuó, El Pibe de Oro. Pobre Peña.

Y en especial retrocede el aspirante secreto que se tenía fe para suceder al Ángel.

Miguel Pichetto, Lepenito, hoy Canción Desesperada. Llegó como la salvación del TGR y hoy tiene que hacerse cargo del quebranto anunciado. Pero le queda el “mito del eterno retorno”.

Como la empresa de la obra de teatro de Rodolfo Santana, «el peronismo siempre perdona un momento de locura».

Final con Riquelme

Pero al Ángel debe pelear, también, por Boca Juniors.

Institución que lo catapultó hacia la política, con la proverbial ayuda de Coti Nosiglia, La Inmanencia.

Hasta diciembre Boca es presidido por Daniel Angelici, El Tano Lúdico. Un macrista de origen radical que no tiene reelección.

Al frágil sucesor, Gribaudo, lo desafía Ameal, y sobre todo Beraldi, que tiene buenos profesionales que lo asesoran.

Pero quien tuerce la relación de fuerzas, en Boca, es Román Riquelme. Exquisito tallador que solía festejar los goles con la imagen burlona del topo Gigio.

Imagen dedicada, un secreto a voces. Para el Presidente que sería, con la broma del tiempo. El Ángel Exterminador.