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Peronismo activado en «modo poder»

Por Jorge Asis

escribe Oberdán Rocamora Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital

Previa/ Explícita autocrítica

Al optar para presidente por Alberto Fernández, El Poeta Impopular, La Doctora mueve sus fichas con calculada inteligencia. El enigma está resuelto. No es la postulante pero tampoco deja de serlo. Va para compañera de fórmula. Vice.

Al ser la segunda de Alberto produce una autocrítica explícita. Aunque parezca tácita. La Doctora desorienta, con Alberto, a su principal adversario interno. No es Macri, El Ángel Exterminador. Es Clarín.

Consta que el alejamiento de Alberto fue simultáneo al inicio de las diferencias de intereses de Néstor Kirchner, El Furia insaciable, con el Grupo Clarín, representado por Héctor Magnetto, El Beto.

Dinámica de litigio desatada durante el llamado “conflicto del campo”. En “Sinceramente”, su opus, La Doctora prefiere decir contra las “patronales rurales”.

Alberto fue el protagonista eficaz que permitió intermediar durante el inicial idilio por conveniencia entre El Beto y El Furia. Quien creía llevarlo de la mano hasta conseguir la luz verde para la megafusión CableVisión-Multicanal.

De pronto, en el prólogo de la guerrita equivocada, Alberto entraba en estado de sospecha.

Los adversarios internos, por instrucción del desocupado Furia, lo apodaban Paladino (por aquel delegado del General Perón en el exilio, ante el General Lanusse).

En el cruel kirchnerismo lo estampillaban a Alberto como un “hombre de Clarín”. Para agraviarlo. Era falso.

La Doctora duerme, otra vez, a todos aquellos que tienen capacidad de conjetura. Sabe ganarse, con holgura, la centralidad.

La merece.

Carolina Mantegari

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La diabla

El Ángel construyó a La Doctora como diabla. Con la virulencia superadora del providencial que emergía para dominar el país, por lo menos durante 20 años.

La ambición desmedida del Ángel contrastó con la severa magnitud de su íntimo fracaso.

Mientras tanto La Doctora, diseñada como diabla y adversaria, se recuperaba.

Representaba el otro polo. El Ángel se entrenaba sólo para confrontar con Ella. Sin calcular los efectos devastadores de su desgaste.

Caída que, paradójicamente, elevaba a La Doctora. Crecía en consideración en medio de los agravios y procesamientos.

Hasta transformarse en el emblema de la resistencia, ante el Macri dominante que se estrellaba. Profecía autocumplida.

En adelante la Argentina se mueve, o se estanca, alrededor del eje inspirador de La Doctora. Se dependía de su decisión. Abrumaba la presencia mediática. La «centralidad en la adversidad».

Si se postulaba para la presidencia, como lo deseaba el Ángel, en su paulatino descenso. U optaba por “el acierto perverso del renunciamiento”, cliquear.

Prefirió canjear, con astucia, la candidatura coyuntural por el liderazgo estratégico.

Aparte, cualquiera de las alternativas lo contenía a Macri en el bando perdedor.

La fórmula con Alberto desconcierta hasta a los marginales contaminados por la política diaria.

Facilita la utopía de la unidad del peronismo activado en “modo poder”.

Con Alberto para presidente puede encararse el diálogo relativamente franco con los Peronistas Perdonables, tan racionales como medidos y lentos. Sin la adicción a la sorpresa, ni a la velocidad.

Ahora hasta se los puede tentar con una gran elección, la PASO ampliada. Con postulantes como Massa -de quien Alberto quiso ser jefe de campaña-, o como Scioli, que es su amigo, o Urtubey.

Aunque siempre persista algún osado que, por diferencias políticas, o por estímulos pasablemente espirituales del adversario, vaya por su cuenta, “por afuera”.

El Ángel, en definitiva, mientras se le desarma la estructura propia y lo cuestionan hasta los que no se atreven a decirlo, teme de pronto que el pasado lo pase por arriba. Por culpa del presente espantosamente recesivo.

Teme que el peronismo lo emboque. Que el peronismo activado en modo poder le gane en la primera vuelta.

O que su proyecto lícito de reelección no pueda consolidarse, porque el pobre está perdido.

No puede ser el candidato porque nunca va a poder ganar. Aunque Sor Vidal, adicta al sacrificio, insista en cargar la pesada cruz de Macri por la Tercera Sección Electoral.

Es donde La Doctora le saca casi un millón de votos de ventaja, imposibles de descontar en otras regiones más acomodadas de la inviable provincia de Buenos Aires.

Porque concentra hasta 45 puntos en ciudades como Junín de Germán García, San Pedro de Abelardo Castillo, Chacabuco de Haroldo Conti.

Al cierre del despacho, la candidatura presidencial del Ángel está sostenida, apenas, por la creatividad de Marcos Peña, El Pibe de Oro.

Es el único que le brinda migajas de ánimo y desmiente, cada vez con mayor fuerza y menos convicción, la noción creciente del Plan V.

O la insolencia de los radicales ingratos que desafían al Señor Presidente.

Epidemia del dólar ausente

La Doctora, por diabla, sabía que si lanzaba su candidatura presidencial iba a producir una corrida extraordinaria, escasamente deportiva.

El hipersensible mercado, por la memoria injusta del cepo, y por su cobardía proverbial, no podía digerir el regreso a la banda, colocada por Florencia.

Lo confirmaban telefónicamente, en la semana, los asustados Buscapinas de Wall Street (cliquear). Y hasta cierto honorable financista local. Mil cueveros.

“Si ella es presidente, aquí no queda, por las dudas, un p… dólar”.

Pese a la alucinación de las tasas, la huida paulatina hacia los dólares ya comenzó. Es peor: nunca se detuvo.

Con seguridad La Doctora sabía que, si se postulaba, la plaza, poco romántica, iba a quedar vaciada de dólares.

Por la epidemia del dólar ausente.

Fugados, dólares aprisionados en cajas de seguridad, o envueltos en plástico y enterrados en jardines.

Desesperación de aumentos que se trasladan a los precios, y con un escenario de descontrol que podía culminar, otra vez, con el desplazamiento del poder vacante. Cedido, de apuro, a la Asamblea Legislativa.

Alberto presidente funciona, en este marco, como un mensaje moderado que descomprime la tensión de las almitas hipersensibles.

Y es la asunción indirecta de la autocrítica reclamada, en el país donde nadie se autocritica.

Alberto, desde 2008, fue muy crítico de la deriva del kirchnerismo hacia la Revolución Imaginaria.

Versatilidad para el desconocimiento

Con los tribunales como instrumento destructivo, con el pretexto consistente de la Justicia, no puede evitarse el regreso del peronismo, aún en la vertiente cristinista.

Podían haber probado, con resultados más auspiciosos, con el arte transformador de la política. Pero ya es tarde.

Por el derrumbe de la economía. Por la soberbia versatilidad para el desconocimiento.