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La transferencia de Cristina, la senda Werner y el tarifazo sin fin

Por Alejandro Bercovich

La pregunta, que repiqueteó insistente en los cenáculos del establishment durante la primera semana de una campaña todavía sin candidatos, alude obviamente a Cristina Kirchner. Ella volvió anteanoche de El Calafate y recién ayer empezó a reunir a su tropa en el Instituto Patria. Lo único que cambió durante las semanas que pasó allá, comentó con uno de sus interlocutores, fue la renuncia de María Eugenia Vidal a desdoblar las elecciones bonaerenses. La primera noticia desestabilizante del calendario electoral.

Así como la decisión de la gobernadora reacomodó las fichas del oficialismo sobre el tablero y movió a su vez a otros gobernadores en sentido contrario (los radicales Alfredo Cornejo, de Mendoza, y Gerardo Morales, de Jujuy, que sí desdoblarán), el peso decisivo de la expresidenta dentro de la oposición quedó ratificado en esas discretas conversaciones entre empresarios. Espantados ante la perspectiva de su regreso pero también desencantados con los resultados de la gestión de Mauricio Macri, los hombres de negocios apuestan al surgimiento de un tercer candidato. Su principal esperanza es Roberto Lavagna, que rompió el silencio esta semana pero solo para avisar que definirá su candidatura más adelante.

El foco de los estrategas electorales del oficialismo y la oposición está puesto por estos días en la transferencia de los votos, tanto entre distintos candidatos como entre distintas instancias electorales. Fue lo que más llamó la atención de quienes recibieron el reporte completo de 18 páginas de la encuesta que hizo la consultora M&R Asociados / Query Argentina, la primera tras el anuncio de que la provincia votará el mismo día que el resto del país.

¿Cómo opera esa transferencia? Vidal transferiría 70% de sus votos a Macri y Axel Kicillof (si fuera candidato a gobernador) transferiría un 84% de los suyos a CFK. Lo que debilita las posibilidades de Macri de imponerse en la provincia no solo es eso, sino que además el Presidente casi no recibe adhesiones de votantes de otros candidatos a gobernador. Del 15% de bonaerenses que no votarían a Vidal, a Kicillof ni a la izquierda, un tercio optaría por Cristina y casi ninguno por él. Resultado: en el distrito más populoso, sin desdoblar, Vidal se impone a Kicillof 40% a 28% pero Cristina le gana a Macri 34% a 28%.

Entre la primera vuelta y el balotaje, las «transferencias» también exhiben una notable polarización. Es lo que explica en parte las caras largas que se vieron en el acto del peronismo alternativo en Mar del Plata. Sergio Massa, el único que figura en el pelotón delantero, cosecha un exiguo 9%. De eso, en una eventual segunda vuelta, la expresidenta recibiría «un poco más» que el Presidente, estimó el trabajo de Query.

-¿Pero qué pasa si no se presenta?

Es el escenario más temido en la Rosada. Y no porque Roberto Lavagna les infunda especial terror, sino porque cualquier candidato al que Cristina señale como propio puede recibir esa transferencia de votos antimacristas sin heredar su imagen negativa ni sus votos «no positivos» en una eventual segunda vuelta. «La veo con muchas ganas de cuidar a la nieta y dejar a alguien», azuzó esta semana ante empresarios el multifacético Eduardo Valdés, contertulio del Papa pero también de la propia Cristina y del zar de los aeropuertos Eduardo Eurnekian.

Lo que no está para nada claro es a quién podría dejar. Felipe Solá apuesta a ser él. Pero Massa y Lavagna también evitaron cerrarle la puerta a esa posibilidad. Ni siquiera descarta una confluencia Graciela Camaño, férrea antikirchnerista y madrina política del exjefe de Gabinete. El único que se autoexcluyó precozmente fue el senador Miguel Pichetto, aunque su registro de reuniones delSenado sugiere que podría revisar esa posición.

Largo y difícil

De la encuesta de Query, en realidad, el resultado más inquietante paraCambiemos es otro. A la pregunta sobre qué factor determinará su voto en octubre, un 67% de los 1.214 bonaerense consultados optaron por la economía. Lejos, en segundo lugar, un 22% eligió «corrupción e inseguridad». El eje que eligió el Gobierno antes de fin de año y por el cual levantaron el perfil los ministros Patricia Bullrich y Germán Garavano.

En el debate sobre la economía, con derrumbes interanuales como los que acaba de confirmar el INDEC para diciembre (14,7% la industria y 20,5% la construcción), Jaime Durán Barba aconsejó ni siquiera meterse. «No puedo negar que hay un componente económico en el voto, pero creo que la sociedad no se va a enfocar solamente en variables de corto plazo», dijo Nicolás Dujovne tras un Foro de Davos en el que la delegación argentina sufrió más frío que de costumbre.

En esa discusión sobre el bolsillo, según las encuestas, el que se hace fuerte es Axel Kicillof. Recluido con su familia en la margen uruguaya del Río de la Plata durante los últimos días pero muy activo en la campaña bonaerense hasta fines de enero. El exministro intuye que jugará un rol clave pero todavía no sabe cuál. Depende también de si su jefa opta por ser candidata o si se juega a la transferencia.

El lunes se sumará un nuevo actor a la campaña: la misión del Fondo Monetario que llega para revisar los resultados del segundo programa de asistencia firmado el año pasado. Encabezada por Roberto Cardarelli, la misión no tiene especial relevancia técnica porque las principales variables monetarias y financieras se supervisan en tiempo real, vía whatsapp y a través de los delegados permanentes que ya se instalaron en el Banco Central. Políticamente, en cambio, el tercer desembarco de los enviados de Christine Lagarde desde mediados del año pasado sí promete alto voltaje. Tanto por lo que puedan decir en público como por lo que vayan a intercambiar en privado con referentes de la oposición, el empresariado y la CGT.

Contra lo que indica su histórico protocolo, el Fondo está bastante locuaz. El jefe para el Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, fue muy crudo en un reportaje que publicó anteayer la versión latinoamericana del diario español El País. «En la primera mitad de 2018, Argentina sufrió. Ahora tiene que acelerar el paso en lo fiscal y en lo monetario. Vamos a empezar a ver crecimiento a partir del segundo trimestre y un descenso de la inflación, pero es un camino largo y difícil», dijo.

Subsidios y algo más

Ese camino largo y difícil de ajuste fiscal y monetario empezó el año con dos congelamientos. El primero fue el del subsidio que reciben los hogares pobres para acceder a la garrafa social, que lanzó Kicillof sobre el final del gobierno kirchnerista para desmontar el circuito de corrupción que había florecido al amparo las subvenciones que hasta entonces pagaba Julio De Vido a las fraccionadoras de gas. La semana pasada, el secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, autorizó que la garrafa social suba un 37% pero mantuvo sin variaciones la ayuda de $152 por garrafa que cobran 2,8 millones de hogares gracias al Plan Hogar.

El segundo congelamiento fue el del Plan Progresar, puesto en marcha en 2014 para impulsar a los jóvenes a concluir sus estudios primarios, secundarios o terciarios. El programa abrió esta semana sus inscripciones para el ciclo lectivo 2019 con los mismos montos que en 2018: entre $1.250 y $4.900 por alumno por mes, según el nivel de avance en los estudios. Como si el año pasado elINDEC no hubiese registrado una inflación del 47,6%.

Lopetegui fue más comprensivo con las distribuidoras de gas, que le exigieron pagarle el fluido a las petroleras en un plazo mayor a los 30 días que exigían en el nuevo sistema de subastas que terminó de afinar esta semana. Procuró que no pase como con las tarifas de electricidad, que volvieron al ojo de la tormenta por los cortes de suministro de la semana pasada. Ocurre que el incremento de las facturas de luz que empezó a regir el viernes pasado se engrosó mucho por las «deudas del gradualismo»: como en su momento Juan José Aranguren no pudo aplicar de un saque los aumentos que anunció, el Gobierno permitió a las distribuidoras que computen una deuda a nombre de cada usuario y esas deudas se apilaron ahora con el incremento de los precios que cobran las generadoras.

Como establecieron en un revelador informe las investigadoras Lara Bersten y Cecilia Graschinsky (CONICET-UMET-UnPaz), se trata de un «laberinto tarifario». El aumento de la luz que se aplicará entre este mes y el próximo incluye, además de ese reconocimiento a los generadores como Nicky Caputo, una serie de cuotas pendientes de 2017 y otras de la última indexación de agosto. Todas deudas sobre las que se aplican intereses altísimos. Los intereses que fijó Guido Sandleris para apurar el paso en el camino «largo y difícil» que invitan a transitar Lagarde y Werner. Y que se volverían a engrosar en caso de que el dólar se disparase de nuevo por una corrida preelectoral. Un verdadero tarifazo sin fin.


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