Algo que si sorprende a quienes conocen a los personajes es la diferencia de actitud. López tuvo una salida eufórica del penal de Ezeiza y casi patoteril ante los noteros de la TV. A la semana ya había vuelto a la discreción y manejaba la posibilidad de ser detenido nuevamente.

Cristóbal olfateó este nuevo final cuando Ricardo Gil Lavedra pasó a representar a la AFIP en el expediente. Y Cristóbal conoce que el radical agarró ese trabajo por insistencia de Dario Richarte, el ex SIDE que se reúne de modo permanente con Daniel Angelici, el presidente de Boca y operador estrella en el ámbito judicial del macrismo.

De Souza fue todo lo contario. Salió de Ezeiza en silencio pero recorrió el camino inverso al de su jefe. Se entusiasmó en exceso con la libertad. Retomó sus oficinas en C5N y en la avenida Córdoba. Visitó un par de veces las instalaciones del diario Ambito Financiero y se reunió con Victor Hugo y Roberto Navarro para convencerlos de volver a la segunda señal de cable con más raiting. El primero aceptó y el segundo no. Navarro incluso le habría dicho que podía volver a ir detenido.

De Souza contrató a un importante consultor para presentarse en el programa de entrevistas de  Luis Novaresio  y dar su versión de los hechos. Después de dos pruebas, la recomendación del consultor fue que mejor no hacerlo. Dijo a su entorno que quería ver a Horacio Verbistky para apoyar su nuevo emprendimiento digital. Nunca llegó a reunirse.

Realizó una consulta en Miami para una operación inmobiliaria y estuvo tres días en Nueva York. Le pidió a su amigo Hernán Reibel una reunión con Cristina para comenzar a hablar de la campaña del 2019 y el rol del peronismo. Se creía a salvo, lejano a cualquier peligro. Según su entorno, sus abogados le transmitían tranquilidad. Lo equivocados que estaban.

Curioso: la diferencia de conducta hace pensar que tal vez sea cierta esa versión de que De Souza creía que si alguien volvía a la prisión sería López y no él. La realidad llegó y lo hizo de la pero manera posible. López volvió al penal de Ezeiza y De Souza al de Marcos Paz.

El fallo firmado por los jueces Hornos y Borinsky, con la disidencia de Figueroa, fue lo que el Gobierno esperaba: ordenó el arresto de los empresarios y volvió a instaurar la figura de defraudación al Estado por la retención del impuesto a los combustibles con la petrolera OIL.