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Con sed de revancha, Cristóbal López analiza sus próximos movimientos

Por Hugo Alconada Mon

Cristóbal López salió de prisión con ánimos de revancha. Está furioso con sus socios, con su supuesto heredero, con el Gobierno y con la Justicia. El «zar del juego» y dueño del Grupo Indalo quiere recuperar sus años de gloria y trabaja para eso.

«No estuve preso; estuve secuestrado», dijo López tras recuperar su libertad. Y detrás de sus 86 días tras las rejas ve a un responsable, que hoy ocupa el despacho principal de la Casa Rosada.

López sabe, además, que se equivocó al estampar su firma junto a la de Ignacio Rosner para completar el «traspaso irrevocable» del Grupo Indalo. Porque siente que se juntaron el hambre y las ganas de comer.

¿Por qué? Porque, al fin y al cabo, Rosner egresó del colegio Cardenal Newman, como Macri; estudió ingeniería en la Universidad Católica Argentina, como Macri; trabajó para el Grupo Socma y, dentro de ese holding, en Sideco, junto a Macri, y de yapa integró durante una década el directorio del Grupo Clarín. En otras palabras, López creyó que había encontrado al cerrajero que le abriría las puertas a la cúspide del poder amarillo. Y Rosner no lo sacó del error. Al contrario.


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