«En respuesta a consultas realizadas y conforme con la política de información que sigue esta Corte Suprema, se aclara que el Tribunal no ha realizado actividad pericial alguna con relación a los hechos que rodean la muerte del fiscal Alberto Nisman. La autopsia fue practicada por el Cuerpo Médico Forense, que tiene completa autonomía en su actividad profesional y actuó conforme a la directiva de la fiscal y la jueza que estaban a cargo de la causa judicial en ese momento.
«La única intervención realizada por la Corte hasta la fecha para el esclarecimiento de la muerte del fiscal Nisman consistió en definir que era de competencia federal, sede en que actualmente tramita y donde se están practicando pruebas periciales», dice el comunicado de la Corte. El texto dice que el Cuerpo Médico Forense tiene autonomía, aunque depende jurisdiccionalmente de la Corte.
Es un discurso que nada tiene que ver con el de hace dos años. En ese entonces Ricardo Lorenzetti se adueñó prácticamente del escenario de la autopsia y sostuvo una cercanía total con el CMF. Era una época en la que además Lorenzetti quería avanzar sobre esa institución en la que tenía peso Enrique Petracchi, quien había muerto cuatro meses antes del fiscal del caso AMIA.
Lorenzetti manejó el resultado de la autopsia como un elemento de poder a tres flancos: primero omitir detalles que lo hicieron quedar bien con la familia de Nisman (al juez le urgía que Sandra Arroyo de Salgado no lo tuviera en la mira), segundo como un mecanismo de presión sobre el kirchnerismo y tercero, tal vez el más decisivo, como un arma contra Alejandra Gils Carbó.