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Seguridad espectáculo

Por Roberto Samar*

Desde Neuquén

“Toda la vida de las sociedades en las que dominan las condiciones modernas de producción se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que era vivido directamente se aparta en una representación”, afirmó Guy Debord.

Con la idea de “seguridad” ocurre lo mismo. El espectáculo de la inseguridad nos interpela representado mediáticamente.

No solo mediante las noticias, sino también en la industria del entretenimiento se construye una idea de inseguridad. En la cual se presenta una sociedad dividida y una forma violenta de afrontar los conflictos.

También nos atraviesan representaciones mediáticas de las situaciones de violencia que apelan a nuestros sentimientos. Nos identificamos con el dolor y angustia de las víctimas. Esta identificación profundiza nuestros miedos, podríamos ser nosotros las siguientes víctimas.

No importa cuántos delitos se cometan, en qué condiciones, si bajó o subió la tasa de homicidios, porque este discurso no apela a la racionalidad, sino al espectáculo de la inseguridad.

Con una situación violenta se puede sostener o instalar la agenda informativa. Con esa agenda se construirá la representación que entenderemos por realidad.

Cuando el victimario integra un grupo vulnerable y estigmatizable, como son los jóvenes pobres o los migrantes, es particularmente funcional. Se refuerza un “ellos” malo, por fuera de un “nosotros” los buenos.

Cabe aclarar que contrariamente a la imagen que promueven estos discursos, el 94% de las personas en nuestro país son argentinos y que según los datos de la fiscalía de Delitos Juveniles de Neuquén es el séptimo año consecutivo sin homicidios imputados a adolescentes no punibles.

Si la víctima responde a un sector social de clase media o clase media alta, se profundizará este proceso. Se expondrá a sus familiares en el momento del duelo y de dolor. Las audiencias tenderán a identificarse con su reclamo, el cual generalmente está asociado al pedido de mayor violencia institucional, ya que es lo que nos enseñan los medios como la forma de afrontar estas problemáticas.

Como sostiene Guy Debord, “No se puede oponer abstractamente el espectáculo y la actividad social efectiva. Este desdoblamiento se desdobla a su vez. El espectáculo que invierte lo real se produce efectivamente. Al mismo tiempo la realidad vivida es materialmente invadida por la contemplación del espectáculo, y reproduce en sí misma el orden espectacular concediéndole una adhesión positiva.”

Los discursos atraviesan las representaciones mediáticas y cotidianas. Se retroalimentan. Para los vecinos atemorizados, los trabajadores de la policía y los jóvenes será difícil romper con estas representaciones y estereotipos que se encuentran en la actividad social efectiva.

A modo de ejemplo, en su comunidad los jóvenes serán señalados como peligrosos por los vecinos temerosos, la policía los detendrá sistemáticamente por ser los portadores del estereotipo de delincuente. Sufrirán la violencia institucional.

Luego algunos de esos jóvenes internalizarán ese rol. El cual la sociedad les está pidiendo que ocupen a partir de los discursos del miedo.

Cuestionar estos discursos y las estigmatizaciones es un paso fundamental para construir una sociedad menos violenta.

* Licenciado en Comunicación Social, UNLZ. Docente de Comunicación y Seguridad Ciudadana en la UNRN.

Fuente: Página 12.


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