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La marcha desde adentro: para terminar con la violencia machista

Una crónica de la manifestación que congregó a miles de mujeres. Todas tenían algo para contar. Madres con sus hijas e hijos, para entender que algo está cambiando.

Miles de personas se reunieron para decir basta.

Miles de personas se reunieron para decir basta.

Verónica Elizabeth Allen

Ni una menos. Tres palabras que a lo largo del día se repitieron y reprodujeron en toda la ciudad. Desde temprano, al levantarme, el post de una amiga que me recordó que era un día diferente, donde todas las mujeres íbamos a sumarnos a una misma marcha, vestidas de negro, para reclamar ser oídas. “No pude dormir por la emoción de lo que va a pasar hoy. Todas juntas vamos a hacer historia”.

A las 16.30 salí de casa y el ingreso al subte te recibía con la leyenda “Ni Una Menos” en la pantalla de leds donde habitualmente hablan del estado de la línea. Subí al coche y dentro encontré que me acompañaban otras seis mujeres vestidas de negro como yo. Así nos reconocimos.

A medida que llegábamos a la estación Lima de la línea A, la cantidad de negros iba en aumento. Un chico sube en la estación Congreso, se acerca a un grupo de mujeres de negro que conversaban cerca de la puerta y miraban con teléfono en mano dónde es que les convenía bajar, si en Lima o en Piedras. “¿Hacia dónde marchan?”. “Vamos desde el Obelisco hacia Plaza de Mayo”. “Mirá”, asiente y dice, “Suerte”.

Porque la marcha no estaba organizada por ningún grupo político, ni era una marcha sindicalista. Bajo la bandera de Ni Una Menos, que por segunda vez había convocado a través de las redes y luego del terrible femicidio que sufrió Lucía Pérez en Mar del Plata, la espontaneidad y la desobediencia estaban allí presentes junto con la mamá de Lola Chomnalez, el hermano de Lucía, referentes de la lucha feminista como Marta Dillon, Nina Brugo y tantas otras, todas en un caótico pedido de Basta!.

Mientras subíamos en cortejo las escaleras de salida de la estación Lima, una de las chicas con megáfono en mano comenzó a cantar: “Che oíme che oíme, si tocan a una nos organizamos miles!”. De repente eran todas cantando lo mismo hacia las calles y la sensación que invade de estar haciendo algo juntas, sin conocernos pero reconociéndonos en nuestro ADN de vida y de necesidad de ser escuchadas.

Mirara donde mirara se veían mujeres marchando, mujeres ardiendo, mujeres riendo, mujeres cargando una pesada mochila, mujeres abriendo un futuro distinto. Mujeres con la cabeza en alto, mujeres con los ojos llorosos, mujeres cantando, mujeres solas o en grupo que formaban parte del grupo que éramos todas, mujeres con convicciones, mujeres trabajadoras, mujeres con niños.

Mujeres de luto

“A los ocho vivía en La Plata, jugaba como todos en la calle con un grupo de vecinitos. Un día se acercó a nosotros un hombre, y nos preguntó que hacíamos. Me hablaba a mí en particular y yo sentía una mirada rara. Algo me llevó a relacionarlo con lo que me decía mi mamá cada vez que salía a la calle: No hables con extraños, tené cuidado, que hay hombres malos. El hombre siguió su camino, pero minutos después volvió, había dado vuelta a la cuadra. Apenas lo vimos acercarse me escondieron detrás de la puerta de mi casa. Él preguntó por mí y cuando le negaron que estuviera presente después de insistir un rato más, finalmente se marchó”.

“Yo tengo que pensar que tuve suerte, pero no quiero que mi nena viva con ese tipo de miedo y de posibilidad que por ser mujer te tenés que cuidar, por ser mujer tenés que prestar extrema atención en las calles, por ser mujer tenés que vivir con miedo, por eso vine hoy a la marcha con mi hija”, contó María con lágrimas en sus ojos y sosteniendo su paraguas sobre la cabeza de Laura, su hija de seis años.

La lluvia no paraba y las mujeres con paraguas, con pilotos o simplemente mojándose, se empapaban camino al Obelisco, donde miles de banderas y pancartas inundaban la vista: Basta de machismo. Nos queremos vivas. Ni una menos. Mi cuerpo es mío. Nulidad a la condena de Belén. La violencia machista nos mata. En un interminable grito: Nos queremos vivas. Nos queremos vivas. Nos queremos vivas. Nos queremos…

Difícil era saber dónde se hallaba la cabecera de la marcha en ese mar de faldas, sacos, buzos, paraguas, botas, pantalones, vestidos, pilotos de negro. A las 17 era tal la cantidad de mujeres reunidas y dispersas alrededor del obelisco, sobre Diagonal Norte, Carlos Pellegrini, la 9 de Julio, hasta llegar a la Avenida de Mayo, que ya era imposible intentar saber cuántas éramos allí presentes.

De a poco varias columnas iban dirigiendo su determinación hacia la Plaza de Mayo. No era fácil atravesar la Avenida de Mayo, ante el asombro de muchas aún circulaban autos por allí. Ninguna fuerza policial se había hecho presente para prevenir y cortar el tránsito. Las mujeres con sus pancartas, su reclamo y su convicción lo lograron en unos minutos y desarticularon las dos cuadras de autos que estaban estancados en medio de las mujeres. “Granizo de mujeres”, gritó una de las chicas mientras se cubría la cabeza con su piloto negro.

La policía no se hizo presente durante toda la marcha. No fue necesaria ni se extrañó su presencia. Lo que parecía imposible para muchos transcurrió sin desmanes ni actos violentos. En el escenario que se hallaba en la Plaza de Mayo hubo cantos, llantos, alegría, y desbordante de sentimientos se leyó el documento final que contenía las razones del paro.

Rocío está escuchando atenta, junto a un grupo de amigas y amigos que decidieron acompañarlas: “El reclamo habló de las mujeres, las que siempre están dispuestas, perfectas, a cargo de la casa, del trabajo, frenadas por un mundo patriarcal, donde los hombres son los que imparten las reglas….hasta ahora”.

“En un mundo lleno de mujeres objeto, donde son obligadas a ser objetos, madres, productivas, trabajadoras, con matrimonios acordados, con violencia doméstica, haciéndose cargo de todo lo que las rodea. Madres, hermanas, amigas, novias, primas, compañeras, amas de casa, jóvenes, adultas, directoras de cine, mamás, bailarinas, escritoras… Las mujeres somos todo eso, pero somos mucho más cuando estamos juntas”, leyó desde un pequeño lugar en la Plaza, Silvina a sus amigas.

Mientras, se suceden alrededor miles de cánticos esporádicos y espontáneos. Una de las chicas que forma parte de la columna de la Escuela de Música, les propone al resto cantar: “Olé olé. Olé, olá. Ni una menos ni una más, es el estado que es machista y patriarcal”. Durante unos minutos esas palabras son las que resuenan sobre la Avenida.

“Es impresionante. Un antes y después en la lucha de los derechos humanos de nuestro país y de las mujeres latinoamericanas. Mi razón para haber asistido a la marcha es la búsqueda de justicia e igualdad como mujer dentro de nuestra sociedad hetero patriarcal”, exclamó Lucía, directora de cine.

“Mi abuela se casó a los quince años, a los dieciséis tuvo a su primer hijo y su marido, mi abuelo, diez años mayor, mientras se fue durante una temporada de viaje a Brasil, la dejó a ella sola a cargo de la casa, los niños (que ya eran dos) y el negocio familiar, en Etcheverry, de venta de productos de almacén. Harinas, azúcar, aceite, galletas…Ella creía que eso era lo correcto, que no cabía la posibilidad de otra realidad. Su deber era hacerse cargo de todo eso y mantener feliz a su marido. Hoy me pregunto qué hubiese pensado mi abuela de esta marcha. ¿Hubiese ido? Difícil saberlo ya.”, se preguntó Mónica, psicóloga.

Hacia las 22 la marchantes iban retornando a sus casas.

“Estoy volviendo empapada de la marcha pero con mucha energía, lo que pasó hoy fue un gran grito de BASTA, un exigirle a la sociedad más allá del género, de frenar y reflexionar sobre que nos está pasando como para naturalizar algo tan aberrante como el femicidio. Un basta de ignorancia de desigualdad y de patriarcalismo. Fui a la marcha porque tengo la convicción de que el cambio empieza cuando nosotras nos empezamos a organizar y a exigir todo esto para poner un freno a la injusticia”, grita en su texto Anabel, actriz y bailarina.

El día de la convocatoria, el proyecto del Gobierno para modificar el Ministerio Fiscal envía un proyecto para eliminar, entre otras cosas, la Unidad Fiscalía Especializada de Violencia Contra las Mujeres. Hoy, otra mujer fue secuestrada y violada en Mar del Plata, por un grupo de hombres. Se hace difícil contestar la pregunta de Nico con la verdad de lo que sigue pasando.

Hoy Argentina amaneció con sol, mientas dejaba a su hijo en el colegio Victoria contó, “Thiago de once años ayer me estuvo preguntando adónde iba y por qué iba, que pasaba con las mujeres, cuál era su reclamo. Hoy me preguntó si habíamos logrado nuestro objetivo con la marcha.

Después veo que en su perfil de whatsapp colgó el lema de Ni Una Menos en lugar de su foto. Eso me hace pensar que sí, que es un camino largo y que requiere de mucha educación pero que estamos partiendo del lugar correcto para lograr nuestro objetivo de una sociedad justa, libre, donde no seamos hombres o mujeres, sino solo personas.