| Senado

Los pliegos de Rosenkrantz y Rosatti están en el freezer

Los dos candidatos del gobierno esperan que se aprueben sus postulaciones, pero los senadores no tienen ningún apuro. Cómo se mueve cada uno y una sorpresa.

Los elegidos por Macri.

Los elegidos por Macri.

El futuro legislativo de los pliegos de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti sigue siendo un misterio.  Hace unos días el ministro Garavano expresó su deseo de que fueran aprobados antes de la feria judicial de invierno, pero parece improbable que esto ocurra.

Fue el tema del verano pero luego fue superado ampliamente por los avances de Comodoro Py y por el rumbo económico. Muy lejos quedó esa tarde de febrero en la cual Gabriela Michetti le dijo a Germán Garavano y a Mauricio Macri, en una reunión en la Rosada, que lograr los votos del Senado sería un trámite. Pero una vez más la vicepresidente demostró que la operación política no es su área fuerte.
El tema hoy está congelado. Hace tres semanas en su último encuentro con senadores Macri pidió que voten los pliegos. La respuesta fue una sonrisa protocolar. Miguel Pichetto ha dicho que el Gobierno todavía debe liberar más recursos para que el tema llegue a la zona de discusión.
Lo que Pichetto no cuenta son sus últimas reuniones en la Corte, algo que el Gobierno sabe y que lleva al entorno presidencial a sospechar de Ricardo Lorenzetti como artífice de una maniobra que lo favorece para retener poder en el máximo tribunal.
Además está el factor de que no existe demasiado apuro porque los senadores del PJ no sienten particular identificación con ninguno de los dos candidatos. A esto se suma, por ejemplo, que existen casos como el de Liliana Negre de Alonso que aspira a la Corte por cuenta propia.
Es llamativo como viven esta transición los candidatos. Rosatti está en Rosario y no se acerca a Buenos Aires, hace vida normal y es escéptico sobre sus posibilidades. Sin embargo hace meses que el consultor Silvio Robles recorre todos los despachos necesarios en nombre de Rosatti.
Senadores, gobernadores y la propia Corte son las paradas de un raid que pretende convertir a Rosatti no solo en supremo sino también en el reemplazo de Lorenzetti en la presidencia del máximo tribunal.
En cambio Rosenrantz es mucho menos estratégico. No tiene interlocutores y se muestra en eventos empresariales lo cual no sería del todo inteligente. Está instalado el rumor de que al candidato lo persigue una carpeta compleja referida a sus manejos empresariales (se habla de algún socio disconforme en un caso que involucraba a un banco del interior) y que detonará cuando la discusión llegue a su pico máximo en el Congreso.