| Casos impunes

Los secuestros del Clan Puccio que la Justicia no pudo comprobar

El empresario Ricardo Lanusse, sobrino del dictador, también fue secuestrado en 1985, pero nunca fueron encontrados sus captores. Otro caso que se remonta a 1973: un ejecutivo de Bonafide.

Puccio con el periodista Rodolfo Palacios.

Puccio con el periodista Rodolfo Palacios.

El Clan Puccio fue condenado por el secuestro y homicidio de tres víctimas y el secuestro de una mujer, Nélida Bollini de Prado, quien fue rescatada con vida en la casa de la familia en el centro de San Isidro.

Pero la sospecha es que hubo otros dos secuestros que habían sido ejecutados por la banda, pero que nunca llegaron a ser probados por los cuatro jueces que investigaron los raptos y homicidios ejecutados por la familia de San Isidro y sus cómplices.

Uno de los hechos se remonta a la década del 70 y se sospecha que la víctima había sido entonces un ejecutivo de la empresa Bonafide. Ese hecho es muy anterior en el tiempo a la mayoría de los hechos, que ocurrieron durante los años 80.

Otro de los hechos que se les adjudica es el del empresario agropecuario Ricardo Lanusse, secuestrado el 7 de enero de 1985, quien estuvo nueve años cautivo, en un sótano, que bien podría haber sido el de los Puccio en la casona de San Isidro. Y fue liberado después del pago de dos millones de dólares.

El exjuez federal de San Isidro Alberto Daniel Piotti fue uno de los investigadores del Clan. Estuvo a cargo de la causa en la que se investigó el secuestro y homicidio de Ricardo Manoukián, una de las tres víctimas fatales de la banda de secuestradores y homicidas. Reabrió la causa, después de que los acusados fueron arrestados por el secuestro de Bollini de Prado.

“Tampoco se pudo probar, pese a que me esforcé mucho, por silencio de la víctima, porque alguna vez hubo alguien que liberaron”, dijo Piotti en diálogo con Mónica y César por radio del Plata. “Yo no pude probar el secuestro y pago de rescate de un empresario agropecuario de apellido Lanusse. Nunca quiso confesar como si hubiera hecho un pacto de silencio. Era lógico que tuviera miedo”, agregó Piotti.

“Todo, todo conducía a lo mismo, las campanadas de la catedral de San Isidro; hubo otras sospechas”, agregó el exmagistrado. Lanusse era sobrino del ex dictador Alejandro Agustín Lanusse y se sospecha que su familia habría pagado un rescate de dos millones de dólares para que lo dejaran con vida.

La jueza María Servini de Cubría que estaba a cargo del secuestro de la empresaria Bollini de Prado, rescatada el 23 de agosto de 1985, también sospechaba que los Puccio habían sido los secuestradores de Lanusse. “Llamamos al ingeniero Lanusse, también secuestrado y que tuvo que pagar rescate. Lo llevamos a reconocer el lugar y dijo que no. Pero coincidían cosas. Por ejemplo, que escuchaba pasar un tren, que al lado había un baño azul”, explicó en un reportaje con la revista Gente, años atrás.

Piotti también se refirió a la película de Trapero, que fue un éxito de taquilla durante el fin de semana de su estreno. “Yo que los tuve a Arquímides y Alejandro Puccio frente a frente varias veces, les puedo asegurar que la interpretación de Francella y de Lanzani también son muy logradas”, agregó.

Según Piotti, “Arquímides tenía un rol protagónico de jefe y cabecilla, que tenía dominio sobre los demás”, pero rechazó que los miembros de la familia que integraban la banda, los hermanos Alejandro y Daniel, no hubieran podido rechazar los designios del jefe de familia.

“Una persona en la posición de Alejandro Puccio que a los 26 años era un exitoso rugbier, que había jugado en Los Pumas, pudo haberse revelado como lo hizo el más chico, Guillermo, apodado Oruga, que se fue del país y no volvió más”, agregó Piotti.

“Sin duda que es más difícil guionar la realidad”, agregó porque “es casi imposible pensar que alguien tenga 25 años y que tenga una persona secuestrada en el fondo de su casa y haga una vida normal”. Cuando la policía ingresó en la casa de San Isidro, Alejandro estaba viendo una película junto a su novia. En la casa también estaban su madre Epifanía Angeles Calvo y sus hermanas, Silvia Inés y Adriana. La Justicia nunca reunió las pruebas para condenar a las mujeres de la familia.


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