| La muerte del fiscal

Nisman: ¿la autopsia psicológica es la pericia de moda?

Es un estudio que se comenzó a realizar en Estados Unidos en los años 50, poco aplicado en la Argentina. Busca reconstruir el estado psíquico de la persona.

La fiscal busca determinar si Nisman tenía ideas suicidas.

La fiscal busca determinar si Nisman tenía ideas suicidas.

Por Javier Sinay

Hace pocos días trascendió que la jueza Sandra Arroyo Salgado, en su rol de querellante en la investigación por la muerte de Alberto Nisman, en representación de sus hijas, tiene en sus planes una autopsia psicológica sobre el fiscal fallecido. La fiscal Viviana Fein habría tenido en mente realizar la pericia desde un principio, pero ahora Arroyo Salgado –ex esposa de Nisman– apura la medida y quiere que su perito de parte, el psiquiatra Ricardo Risso, se encargue del asunto. Arroyo Salgado declaró que la posibilidad de un suicidio le resulta extraña. Y más todavía sin una carta o un mensaje de despedida.

La autopsia psicológica buscará reconstruir la situación de Nisman en el momento de su muerte a través de entrevistas con su familia, sus compañeros de trabajo y los médicos que lo trataron en sus últimas semanas o meses. El trabajo quedará entonces en manos de un perito experto en psicología forense que lidere un estudio retrospectivo indirecto de la conducta, la personalidad y el estado emocional de Nisman antes del fin. “La autopsia psicológica es una herramienta de las ciencias forenses utilizada en muertes equívocas, que busca reconstruir el estado mental del fallecido e investigar si tuvo parte activa en su muerte”, explica la perfiladora criminal María Laura Quiñones Urquiza. “Se pesquisa la vivienda e intimidad para investigar las alacenas, los cajones, los mails, las redes sociales, los manuscritos para buscar en su grafismo, lenguaje y trazos de escritura algunos aspectos que tengan que ver con auto o heteroagresión, ansiedad y depresión, entre otros aspectos, con ayuda de la grafopatología”.

De esta manera, la causa Nisman se suma a las pocas, todavía, que en nuestro país recurren a esta técnica. Por otro lado, la Justicia uruguaya ordenó el mismo estudio para la adolescente Lola Luna Chomnalez, cuyo cadáver apareció en la playa de Barra de Valizas el 30 de diciembre de 2014.

La pericia de la autopsia psicológica surgió en los Estados Unidos, en la década de 1950, para casos en los que no estaba claro si se trataba de un suicidio. Sin embargo, a pesar que esta técnica es hoy bastante utilizada, no se ha establecido un procedimiento estandarizado. Según el psicólogo californiano Bruce W. Ebert (autor del libro “Guide to Conducting a Psychological Autopsy”), los principales objetivos de la autopsia psicológica son determinar la manera de la muerte en casos no tan claros; averiguar el momento y el tiempo en el cual se produjo la muerte; obtener la información suficiente para evaluar intentos de suicidio; y dar un marco terapéutico para la familia y los amigos de la víctima.

“También se investiga el material de lectura, la mesa de luz, etcétera”, dice la perfiladora criminal Quiñones Urquiza. “Se busca conocer los hábitos y estilo de vida de la víctima, de un modo retrospectivo e indirecto. Más que nada para encontrar indicadores puntuales relacionados a factores de riesgo y a estrés psicosocial. También se entrevista al círculo social y laboral, además de los profesionales de la salud que hayan tratado en los últimos meses a la víctima, para descartar algún diagnóstico que haya querido ocultar a los conocidos. En algunos países esta técnica no solo se utiliza en muertes equívocas, sino también en los procesos terapéuticos de suicidas que fallaron en su intento, fraudes seguros de vida y desapariciones”.

Otro caso resonante en el que se realizó una autopsia psicológica fue el homicidio de Solange Grabenheimer, la chica de 21 años asesinada en su casa del barrio de Florida el 10 de enero de 2007. Aquel estudió corrió a cuenta de la psicóloga Sandra Musumeci, perito de oficio del Departamento de Investigaciones y Pericias Complejas de la Dirección de Policía Científica de la provincia de Buenos Aires. “[Esta pericia] Se realiza a través de una serie de investigaciones retrospectivas indirectas y post mortems”, anotó en su informe Musumeci. “En los homicidios de autores desconocidos, al caracterizar la personalidad de la víctima, con sus conflictos, motivaciones y estilos de vida, esta técnica ofrece a los investigadores elementos de probabilidad en cuanto a la personalidad de el o los posibles autores”.

La pericia en el caso Grabenheimer se realizó en varias etapas: la primera fue de “levantamiento y recolección de huellas psicológicas”, que consistió en inspeccionar el lugar del hecho; recolectar y levantar indicios; realizar entrevistas MAPI (Modelo de Autopsia Psicológica Integrado) a la madre de la víctima, su prima y la empleada doméstica del novio (con la que Grabenheimer había discutido); estudiar algunas de las declaraciones testimoniales, los chats de los amigos de Solange, los mensajes de texto del celular de ella, sus posteos en Fotolog.com, sus mails, sus cuadernos personales de los años 2000 a 2003, sus fotos de un viaje a México y demás. Luego llegó la segunda etapa, de análisis y categorización de los datos. La tercera etapa fue de reconstrucción del perfil psicológico. Se realizó también un genograma (un diagrama familiar) y se tomaron los datos clínicos que se conocían de Grabenheimer (incluidos “Tatuaje en la espalda del símbolo ‘OM’”; y “A los cuatro años sutura en el cráneo por caída de escalera; a los seis, infección en la pierna por caída de caballo”).

Finalmente, se llegó a las conclusiones: “Sus vínculos sociales se caracterizaron por un comportamiento seductor y provocador, con una expresión emocional superficial, mostrando autodramatización y exagerada expresión emocional. Se podría deducir también temor a la pérdida de apoyo y necesidad de aprobación por parte de los otros significativos para ella”. Luego de varias líneas, el final: “Siguiendo con el razonamiento anterior, desde un punto de vista hipotético del caso que nos ocupa nos acercamos al perfil de los posibles victimarios […] Se puede estimar como probable que el victimario pertenezca al entorno de la víctima y que Solange conociera al victimario, que tendría libre acceso a la casa. El motivo no parece el lucro. Lo que sí parece es que los motivos hayan sido personales o para silenciarla, y sean provocados o impulsados por la dificultad del agresor para aceptar las opiniones y los cambios que Solange a causa de su cambio evolutivo proyectaba e intentaba poner en práctica […] Resultaría poco probable que el autor haya sido de sexo masculino por la dinámica de los métodos utilizados; no se puede descartar el sexo femenino. Si es así, sería una mujer con características de fortaleza física”.

Sin embargo, el Tribunal Oral en lo Criminal número 2 de San Isidro, que absolvió en primera instancia a la acusada Lucila Frend, desestimó que la autopsia psicológica hubiera aportado algo. “Finalmente, y en cuanto a las referencias realizadas por la acusación respecto de la autopsia psicológica realizada por la Lic. Sandra Musumeci, sólo he de decir que de su estudio y testimonio sólo surgen hipótesis para una investigación careciendo sus conclusiones de entidad probatoria”, anotaron los jueces en su sentencia. “Conclusiones que señalan en definitiva que no puede descartarse en el autor del hecho ni uno ni otro sexo, pero se trataría de un victimario con una estructura de personalidad donde los frenos represivos no funcionen, donde todos los controles fallaron, generalmente una estructura no neurótica, sino dentro de las psicopatías o perversiones narcisistas de la personalidad, y que una perversión no es sólo un rasgo”.

Con el caso Nisman, la autopsia psicológica tiene ahora una nueva chance de demostrar su valor como técnica pericial.


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