| Dudas sobre su actuación

El errático papel de la custodia de Nisman el domingo de su muerte

La custodia del fiscal tuvo un papel poco profesional: tardó casi diez horas en ingresar en el departamento desde que Nisman no respondía a los llamados.

Nisman tenía diez efectivos de custodia.

Nisman tenía diez efectivos de custodia.

Por Ignacio Ramírez

Diez efectivos de la Policía Federal Argentina eran los encargados de la custodia del fiscal federal Alberto Nisman. Su actuación el domingo de la muerte es clave, porque aparecen muchas dudas sobre la forma en que se desempeñaron.

Las fuentes dicen que son efectivos con unos legajos admirables y con varias décadas de ejercicio en la fuerza: rotaban cinco agentes en turnos de 24 horas. La protección y seguimiento no era full time. Los federales no tenían puestos fijos en Puerto Madero, ni objetivos asignados, más allá de acompañar los movimientos del magistrado.

Nisman tenía un grupo, menos de la mitad de la dotación total, que acompañaban al fiscal desde 2007. El mismo secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, explicó que el mismo Nisman era el director de su propia custodia y que los efectivos policiales “eran de total confianza”.

La fiscal Viviana Fein escuchó  inicialmente a los dos efectivos que estaban de guardia a la supuesta hora del disparo –entre las 14 y las 15– y luego al resto de la custodia personal, asignados el último domingo, cuando se registró su muerte en su lujoso departamento del barrio de Puerto Madero además de la declaración del personal que estaba asignado al fin de semana de la torre ubicada en Azucena Villaflor 450.

Lo que se sabe es que los custodios que intervinieron en las últimas horas con vida del fiscal, llegaron al mediodía del domingo al edificio de Azucena Villaflor 450, y como hacían habitualmente se comunicaban con el fiscal.

Según dijeron, la custodia no tuvo suerte, y tras varios insistentes llamados, la respuesta nunca llegó: con la falta de respuesta por protocolo de seguridad hizo que alertaran de la situación a su secretaria, por si había algún evento fuera de agenda.

Al constatar que los llamados telefónicos eran en vano, la custodia decidió tocar el timbre de la casa con la misma suerte, notando un detalle que llamó la atención más aún: el periódico del domingo aún se encontraba en el palier. Pero no decidieron entrar por la fuerza en el departamento: algo que podrían haber hecho si el fiscal estaba en peligro.

La misma secretaria comenzó a realizar llamadas de rigor, entre esas comunicaciones figuran a familiares directos del fiscal. Pasaban las horas sin datos de Nisman, pero las reacciones eran lentas.

La madre del fiscal llego pasadas las 19.30, con la llave de la puerta de servicio. La mujer y la custodia convocaron a un cerrajero para forzar esa puerta. Hoy el cerrajero dijo que la puerta estaba abierta, que cualquiera la podría abrir.

El hombre declaró además que después de abrir la puerta le dijeron que se fuera. No escuchó llantos ni gritos de la mujer, algo que podría haber ocurrido luego de encontrar el cadáver de su hijo en el baño.


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