| Suicidios poco creíbles

Trama sucia argentina: ¿muertes por mano propia o ajena?

Etchegoyen, Di Natale, Cattáneo, Nisman. La democracia argentina está repleta de muertes poco creíbles en casos con repercusiones políticas.

Por Javier Sinay

La muerte del fiscal Alberto Nisman viene a convertirse en un nuevo eslabón de una cadena de casos presentados como suicidios que despiertan dudas. En los últimos años de democracia, los nombres de Marcelo Cattáneo (en el caso IBM-Banco Nación), Rodolfo Etchegoyen (en el caso de la Aduana), Alfredo Nallib Yabrán (ligado, entre otros asuntos de peso, al crimen del fotoreportero José Luis Cabezas), Horacio Estrada (ex marino del grupo de tareas 3.3.2), Lourdes Di Natale (que iba a declarar en la causa por la voladura de la fábrica militar de Río Tercero), Emiliano Marcos (testigo del triple crimen de General Rodríguez) y Héctor Febres (otro ex 3.3.2) han venido engrosando la lista.

El 13 de diciembre de 1990, el brigadier Rodolfo Etchegoyen apareció muerto, con una carta que habría escrito él, pero que en realidad llevaba dos tipos de letras diferentes, lo que indujo a dudas. Etchegoyen fue titular de la Aduana (había asumido el 5 de febrero de ese mismo año y había presentado su renuncia indeclinable en noviembre) y sus familiares sostienen que estaba investigando una red de narcotráfico y contrabando en el aeropuerto de Ezeiza. Etchegoyen fue encontrado sin vida en su oficina de la calle Arroyo al 800: la bala que acabó con su vida era una bala expansiva de tipo dum-dum, de uso prohibido, calibre 38. Al juez Roberto Marquevich le llamó la atención que el brigadier no tuviera rastros de pólvora en las manos, más allá de que en una carta, sobre su escritorio, se pudiera leer: “No pude aguantar la traición política de mis amigos”.

El 20 de mayo de 1998, Alfredo Nallib Yabrán murió con un disparo de escopeta en la cara. El empresario, que salió de la penumbra de los negocios luego del asesinato del fotoreportero José Luis Cabezas, murió en su estancia entrerriana San Ignacio, que entonces había sido rodeada por policías enviados por el juez de Dolores José Luis Macchi. Según una encuesta del Centro de Estudios de Opinión Pública publicada una semana después de su muerte, el 67,8 por ciento de la población no creía que se hubiera tratado de un suicidio y el 45,5 pensaba que Yabrán todavía estaba vivo. La causa fue cerrada en junio, menos de un mes después de su muerte.

El ex marino (capitán de navío retirado) y ex miembro del grupo de tareas 3.3.2 Horacio Estrada, alias “Humberto”, apareció muerto con un tiro en la cabeza en su casa, el 25 de agosto de 1998. El juez federal Jorge Urso lo había citado días antes para tomarle declaración indagatoria en la causa por la venta ilegal de armas a Ecuador. Pero Estrada no se presentó.

El empresario Marcelo Cattáneo, acusado por el pago de sobornos en el escándalo IBM-Banco Nación, fue hallado ahorcado el 4 de octubre de 1998. Vestía un equipo deportivo y pendía de una soga de nylon en la ribera que se encuentra detrás de Ciudad Universitaria. Cattáneo había desaparecido luego de un almuerzo compartido con compañeros de trabajo. En otro almuerzo, un mes antes, le había dicho a un amigo: “Mi situación es delicada, pero voy a zafar”. Cattáneo había sido acusado por dos ex directivos del Banco Nación, Alfredo Aldaco y Generao Contartese, que dijeron ante el juez federal Adolfo Bagnasco que él les había ofrecido las coimas para cerrar un negocio total de 250 millones de dólares, de los cuales 1,5 millón era para Contartese y más de 3, para Aldaco.

“Obviamente que toda muerte sorprende, pero no voy a comentar nada”, dijo entonces el secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan. El senador Eduardo Menem, por su parte, pidió prudencia: “Hay que ser muy cautos a la hora de juzgar”. Cattáneo tenía un hermano mayor, Juan Carlos, que había sido subsecretario general de la Presidencia y que también estaba procesado en la causa. Juan Carlos era el propietario de la empresa Consad; Marcelo, su presidente. CCR, una empresa dependiente de Consad, había sido contratada para preparar un sistema por 37 millones de dólares, pero nunca proveyó ningún servicio y destinó 21 millones a depositar sobornos en cuentas (pertenecientes a funcionarios públicos argentinos) en Estados Unidos, Suiza y Luxemburgo. “Esta muerte demuestra que existe una verdadera mafia”, dijo entonces el diputado Horacio Viqueira, del Frepaso. “A Marcelo Cattáneo lo habían colocado en una posición de mucha responsabilidad y él se sentía traicionado por eso”.

Lourdes Di Natale, ex secretaria del asesor y cuñado de Carlos Menem Emir Yoma, murió el 1º de marzo de 2003, dos días antes de declarar en la causa por la explosión de la fábrica militar de Río Tercero. Di Natale fue hallada en el patio interno del edificio donde vivía, sobre la calle Mansilla al 2431: había caído al vacío desde su departamento en el piso décimo. Al lado del cádaver había un cuchillo de tipo tramontina, que según los primeros supuestos habría querido utilizar para cortar el cable de la televisión, que pasaba por su ventana (acción que ya había hecho y que había motivado la queja de los vecinos).

En un principio, el caso se investigó como accidente o suicidio, pero en 2012 la Sala IV de la Cámara del Crimen lo reabrió y se siguió una hipótesis criminal que no arrojó resultados. Según algunos testimonios que apuntalaban la hipótesis del suicidio, Di Natale se encontraba deprimida porque el padre de su hija, el abogado Mariano Cúneo Libarona (a quien había conocido mientras este defendía a Emir Yoma en la investigación por el contrabando ilegal de armas Ecuador y Croacia), le había quitado la tenencia de la niña. Pero, por otra parte, el padre de la ex secretaria, Giuseppe Di Natale, dijo que antes de la muerte, su hija lo había visitado en enero de 2003 en la localidad mendocina de San Rafael, donde aquel vivía junto a la madre, y les había contado que era amenazada permanentemente y que era posible que la mataran. Agregó: “Después de volver a Buenos Aires en febrero de 2003, Lourdes me llamó para pedirme que viniera porque recibía cada vez más amenazas de personas extrañas que incluso la seguían cuando hacía los mandados. Yo no pude venir porque mi esposa estaba postrada y no tenía plata”. En 2002, la declaración y las pruebas que Lourdes Di Natale había aportado ya desde 1998 culminaron con el procesamiento y la prisión de Yoma y del ex presidente Carlos Menem. Tenía 43 años. En su cuerpo no había signos de violencia.

El 10 de diciembre de 2007, el ex subprefecto Héctor Febres, alias “Selva” o “el gordo Daniel”, que estaba siendo juzgado por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar, fue encontrado muerto en la celda que ocupaba en una dependencia de la Prefectura Naval Argentina en el delta bonaerense. Febres, un antiguo afiliado al grupo de tareas 3.3.2 que tenía 65 años, debía declarar ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal número 5: se lo acusaba, en los inicios de la megacausa ESMA, por la privación ilegal de la libertad y tormentos a Carlos Lordkipanidse, Josefa Prada de Olivieri, Carlos Alberto García y Alfredo Margari. Luego de la autopsia el recto de Febres reveló semen. Su muerte se produjo por ingesta de cianuro: nunca se supo si autoadministrada o no.

Emiliano Nicolás Marcos, testigo clave del triple crimen de General Rodríguez (donde resultaron víctimas Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, el 13 de agosto de 2008), fue atropellado por un tren el 15 de noviembre de 2009, en Villa del Parque. Tenía 27 años. Luego de su muerte se practicaron dos autopsias sobre el cadáver, pero la Justicia no avanzó en la investigación por un supuesto homicidio.

Marcos era estudiante de bioquímica en la Universidad Kennedy y trabajaba en una farmacia, presuntamente a las órdenes de Pablo Héctor Quaranta, sospechado en la trama de la mafia de los medicamentos y presunto socio de la droguería Odin Concept SRL, perteneciente a Esteban Pérez Corradi. Marcos declaró ante el fiscal de Mercedes Juan Ignacio Bidone que Sebastián Forza y Damián Ferrón estaban aterrados por las amenazas que habían recibido de un empresario farmacéutico, con el que habían mantenido relaciones comerciales; y además fue testigo de una negociación por un embarque de efedrina. Su novia siempre dijo que lo mataron: “Emiliano había logrado todos los objetivos que se había propuesto y teníamos planes. Iba a ser papá. Nadie de la familia lo cree”. “Los médicos dicen que si lo hubiese arrollado un tren, el cuerpo hubiese quedado de otra manera”, agregaba entonces un funcionario judicial que no revelaba su nombre. “Parece que la ropa estaba intacta y presentaba lesiones internas más que externas”. La novia contó que Marcos estaba nervioso y angustiado y que no podía dormir bien. El 15 de noviembre a las 5 de la mañana le dijo que iba a un quiosco. No volvió. Lo encontraron muerto.


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