| Ocho años de impunidad

El crimen de Nora Dalmasso: la familia sospecha de un amante

La investigación del caso está paralizada. Un investigador sospecha de un amante pero no se avanzo en esa hipótesis. Las acusaciones del hijo de la víctima.

El crimen de Dalmasso sigue impune y la investigación está frenada.

El crimen de Dalmasso sigue impune y la investigación está frenada.

Por Rodolfo Palacios

Aquel 28 de noviembre de 2006, el fiscal Javier Di Santo supo que su carrera judicial podía catapultarlo a la gloria o al peor de los olvidos. Dos días antes habían estrangulado a Nora Dalmasso en una de las habitaciones de su casa del barrio Villa Golf de Río Cuarto, Córdoba, y la sociedad se había conmovido con ese misterioso crimen. Los periodistas de Buenos Aires hacían cola frente al despacho del fiscal. Pasaban de a uno. Di Santo los recibía con un café y un apretón de manos. Sin la rigidez o antipatía de muchos fiscales porteños, se preguntaba por qué el periodismo estaba tan interesado en ese caso. “¿Cómo estuvo el viaje? La ruta es peligrosa”, le preguntaba a los enviados especiales de los diarios. Del asesinato hablaba poco. “Hasta ahora no tenemos nada”, repetía el fiscal de lentes y traje gris.

A ochos años de ese día podría decir las mismas palabras. “No tenemos nada”. El expediente no sumó nueva fojas, no hay testigos que sean citados a declarar ni pericias programadas. Todos los abogados que intervinieron en el caso, desde los que defendieron a los acusados hasta los que patrocinan a la familia de la víctima, coinciden en algo: el esclarecimiento del crimen de la mujer asesinada cuando tenía 51 años está cada vez más lejos.

En todo este tiempo se habló de un juego sexual, luego de una violación, se apuntó a un amante despechado. También se señaló a un empresario, a un funcionario y a un amigo de la víctima. Del móvil económico se pasó al crimen por encargo y después al llamado drama pasional. Apareció la pista “edipo” y se imputó al hijo de la víctima, Facundo Macarrón. Al mismo tiempo, se sospechó de un albañil con presuntos impulsos violentos. Se tomó en serio la insólita pista del sicario colombiano que habría viajado a Río Cuarto sólo para matar a Nora. No con arma, sino con sus propias manos.

“No hubo ningún aporte nuevo a la causa y las líneas de investigación parecen desdibujarse. Estamos atentos a que algo nuevo surja pero mientras más pasa el tiempo,las pistas se desvanecen”, dijo a la prensa el fiscal Di Santo.

El hijo de la víctima, Facundo Macarrón, habló con la radio Cadena 3 y apuntó al fiscal: “La gran razón por la cual sospechó de mí es porque no cuadraba dentro de lo que él consideraba un buen hijo de familia, quizá por mi sexualidad. Vamos a pedir la nulidad de la investigación. El fiscal tuvo una sospecha muy basada en un prejuicio social respecto de mi sexualidad y me siento discriminado, aunque no me siento diferente, por supuesto”.

Además dijo que tiene una hipótesis de lo que pudo haber pasado, pero no quiso decirla: “Preferiría no compartirla porque es algo de lo que no estoy muy seguro”.

Más allá de su enigmática frase, la familia de Nora, en un principio, sospechó de los albañiles. Ahora apuntarían a uno de los presuntos amantes de la mujer. “Es falso que se hayan profundizado todas las líneas investigativas. Creo que se tendría que haber investigado más a uno de los amantes de la víctima, un empresario que fue mencionado pero quedó en la nada. Quizá porque era meterse con la burguesía y destapar la hipocresía y la doble vida de un sector de la sociedad. Es más, aparentemente ese hombre no vive más en Córdoba”, dijo a CyR un policía que trabajó en más de 700 homicidios y lleva más de veinte años en la fuerza. Actuó en el caso Dalmasso durante unos seis meses.

Sin ninguna prueba (ni siquiera los ubicó cerca de la escena del crimen), Di Santo mantuvo dos imputaciones incompatibles. Acusó a Facundo y al albañil Gastón Zárate. Lo insólito es que al hijo de Nora le atribuyó un móvil pasional: dedujo que había entrado en la casa con sus llaves (después de manejar bajo la lluvia 230 kilómetros desde Córdoba) y que había manoseado a su madre. Al llamado “perejil” del caso, lo acomodó a otra hipótesis: lo consideró un hombre obsesionado con su patrona. El móvil era el robo y cree que entró por la ventana con “andar felino”. A diferencia de Facundo, el fiscal interpretó que el obrero había violado a la víctima con acceso carnal. Lo insólito es que el crimen no pudo haber sido cometido por los dos. Era uno o el otro. Lo más probable que es no haya sido ninguno de los dos.

“Hubo errores de principiantes”, llegó a decir Osvaldo Raffo, el experto forense que fue contratado por Marcelo Macarrón para que analizará el expediente. Raffo dictaminó que la autopsia fue incompleta (no se hizo la necropsia, clave para saber si la víctima había recibido golpes en la cabeza) y que no se cuidó la escena del crimen y se la expuso a una contaminación. Por la habitación de Nora desfilaron 27 personas, entre ellas el cura amigo de la familia que por pudor tapó con una frazada el cuerpo desnudo. Aun hoy tampoco puede afirmarse si Dalmasso fue violada o si tuvo relaciones consentidas violentas.


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