| Conmoción en Pinamar

El juego de la asfixia: o como youtube puede ser una herramienta peligrosa

Un grupo de chicos aprenderion en la web una maniobra peligrosa que provoca desmayos y convulsiones. Inquietud en la comunidad educativa y en la Justicia.

La maniobra aparece en un video de youtube.

La maniobra aparece en un video de youtube.

Por Javier Sinay

“Viajaré a Pinamar y me reuniré con las autoridades del colegio”, dice Marcos Wistak, el padre de uno de los chicos que aparecen en un video presionando el pecho de un compañero hasta desmayarlo, practicando “el juego de la asfixia” (o “shocking game”) en la escuela secundaria Corveta Uruguay, de esa localidad costera.

“Por ahora no he hablado con la directora. Tengo entendido que estaban furiosos de que esto hubiera tomado estado público, pero yo no puedo hacer otra cosa que salir a hablar en los medios y dar otro punto de vista sobre este episodio. Tampoco escuché que trascendiera ningún tipo de descargo de parte de las autoridades”. Wistak, un periodista de 37 años, dice que a su hijo y a los demás adolescentes protagonistas del video –cuya circulación se convirtió en un plato fuerte mediático– los quisieron expulsar de la escuela, pero finalmente no sufrieron medidas punitivas de peso.

En el video se ve al hijo de Wistak y a otro chico, presionando con sus dos manos sobre el pecho del hijo de 12 años de una vecina de Pinamar llamada Elsa Campos, que se presta voluntariamente al juego hasta perder el conocimiento y caer, en medio de convulsiones. Según Wistak, su hijo y los compañeros vieron en YouTube un video donde aprendieron el método de la asfixia, y decidieron probarlo en carne propia. “Mi hijo también se lo hizo y me contó, con sus palabras, que ‘la flasheó’”, explica Wistak. “Por supuesto que no se dio cuenta de las consecuencias de un juego tan riesgoso”. Andrea Domenech, jefa distrital de Educación en Pinamar, confirmó el caso y la posterior participación de especialistas. “Apenas se tomó conocimiento del hecho, comenzaron a trabajar tanto el equipo de orientación escolar como otro especializado en situaciones complejas”, declaró.

Los alumnos fueron suspendidos cuatro días y ahora una fiscalía ha tomado intervención en el caso, luego de que Elsa Campos, la madre del niño asfixiado, hiciera una denuncia. “No se trata de ir contra la escuela: yo lo estoy contando para advertir a otros padres sobre lo que están haciendo los chicos”, le dijo Campos al diario Clarín.

Wistak y la madre de su hijo están separados desde hace años, pero a su hijo –asegura él– nunca le faltó contención. “Desde la formación siempre se le ha dado lo mejor. No es un chico malo; es un chico normal”, dice el padre. Y se queja de que en el colegio no hubo controles ni adultos presentes durante el momento del juego. “¿Qué sucede cuando en el colegio, que es el segundo hogar, se encuentra la falla? Se desequilibra todo y estamos ante un gran problema. Mi madre es profesora: yo siempre le enseñé respeto a mi hijo por aquel que lo educa, pero eso se ha ido perdiendo y el colegio no ayuda a la formación”. Para Wistak, la educación pasó a ser un bien de segundo nivel. “Los chicos van al colegio y si tienen una hora libre, se quedan haciendo este tipo de cosas en el aula, sin que nadie se haga cargo. Después, si los encontrás haciendo estas cosas, corresponde la amonestación, no el escarnio público. El problema no está en cuatro chicos, sino en que falla algo mucho más importante, algo esencial a la sociedad, y si tomamos cada caso de forma aislada tenemos noticias amarillistas y no soluciones”.

Mientras tanto, la vida del hijo de Wistak en Pinamar se ha transformado: pasó de ser un chico popular, efusivo y líder a ser un paria al que insultan por la calle y con el que los demás niños no pueden juntarse, por instrucción de los demás padres. “Los chicos pensaban que todo era muy divertido, hasta que se fueron dando cuenta de la gravedad de la situación. Ahora mi hijo está aterrado. No es grato para nadie que trascienda una noticia así y a mi hijo se lo hacen sentir”, dice Wistak. Y asegura que su hijo va a vivir un tiempo en la ciudad de Buenos Aires, con él.

“Este hecho evidencia una desidia por parte de la institución educacional: los chicos están en el aula haciendo lo que quieren”, sigue Wistak. “No sé si llamarán a declarar a mi hijo en la Justicia. Él a mí me comentó que fue la policía a preguntar por él y no estaba, porque fueron en otro turno escolar. Pero me parece raro, porque la policía no puede ir a buscar a un menor al colegio. Si eso llegó a suceder, es gravísimo. Y si así fue, estaré contándolo en todos los medios. Porque, además, mi hijo me dijo que no era conciente y que no se había dado cuenta de lo que significaba el juego hasta que vio todo lo que pasó alrededor. A los 14 años, te creés inmortal. Ahora espero que esto sirva para algo, que quede un antecedente”.


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