| A 20 años de la fuga de Devoto

Lo dice la Garza Sosa: «No estoy para nada de acuerdo con el delito de ahora»

Uno de los capos de la mítica Superbanda cuenta que se levanta a las seis de la mañana para trabajar y que ellos eran ladrones «románticos». Las diferencias con la actualidad.

La Graza está retirado. Ahora trabaja todos los días.

La Graza está retirado. Ahora trabaja todos los días.

Por Rodolfo Palacios

De ese momento no queda ni el video casero que podía verse hasta hace dos años por YouTube. En las imágenes, uno de los presos saltaba con destreza uno de los muros de siete metros de la cárcel de Villa Devoto mientras dos mujeres que vivían en un departamento de enfrente no podían creer lo que veía desde el balcón:

—¡Mirá cómo se tiró el cana! —decía una de ellas con sorpresa.

—¡No, no es un policía. Es un chorro! ¡No ves que los de blanco son chorros y se están escapando! —le respondía la otra con temor.

Esos tipos tenían nombre y apellido y una leyenda dentro del hampa. Eran Luis El Gordo Valor, La Garza Hugo Sosa Aguirre, Emilio Nielsen, Carlos Paulillo y Julio Pacheco. Los miembros de la mítica superbanda, que robaba bancos y blindados, se habían disfrazado con los guardapolvos de los médicos del hospital penitenciario. Cuando llegaron a la muralla externa, uno de ellos disparó hacia arriba y enfrentó a los guardias.

—¡Están rodeados! —les gritó un guardia.

Uno de los presos disparó al aire. Luego con sus compañeros bajaron por las sábanas blancas anudadas que habían colgado horas antes y huyeron a los tiros en dos autos que los esperaban en la calle Bermúdez. Fueron recapturados tiempo después. El escape les costó una condena de siete años.

El 16 se cumplieron veinte años de esa fuga histórica. Hasta sus protagonistas parecieran haber seguido el destino de ese video desaparecido: prefieren no contar ese momento, como si ocultaran algo o hubiesen hecho un pacto de silencio.

“Puedo contar lo que sucedió y ya pague. Recuerdo el 15 de septiembre tuve visita especial: mi señora y mi nene que tenía nueve meses y en ese momento de la visita no se había reído nunca y cuando se me rió, le dije: ‘quedate tranquilo que mañana me voy para casa’. Y al otro día, que era viernes, me pude fugar”, dijo La Garza Sosa en declaraciones al programa Grueso Calibre, que se emite los lunes a las 16 por la radio 221 de La Plata (www.221radio.com.ar).

“Fue un momento muy especial porque logré la libertad, toda persona detenida sueña con escaparse. Es algo natural. Todo el tiempo pensás en eso. En estar con mis seres queridos. Vivía pensando en cómo podía hacer el salto del ladrón”, recordó.

Aunque ahora estén enemistados, Valor coincide con la Garza: “No se puede castigar a un preso que se fuga porque eso es innato en todo ser humano. Buscar la libertad. No arreglamos con la gorra. Fue planificado. Uno de nosotros finguió estar enfermo para ir a enfermería”.

La Garza también dijo que la caída desde el muro le ocasionó una grave lesión. “Después de la fuga estuve en terapia intensiva en un aguantadero de alto riesgo, nadie conocía ese lugar. Yo no podía moverme. Tenía las piernas lastimadas y la planta de los pies desgarradas, tardé dos semanas en poder apoyar los pies en el piso. Por eso no pude haber participado en el robo en La Reja. No tuve nada que ver en ese delito, me imputaron, me condenaron y me callé la boca como un señorito francés”.

Por ese hecho fue condenado en 1999. En el frustrado asalto al blindado en La Reja, en Moreno, fue asesinado el policía Claudio Calabrese. Ocurrió el 19 de septiembre de 1994, tres días después de la fuga. La sentencia, que alcanzó a Valor, a La Garza y a otros seis ladrones con penas que fueron desde los 14 a los 20 años, se dictó en los tribunales de San Martín en medio de incidentes entre los familiares de los acusados y los 100 policías que custodiaban la sala de audiencias. En ese juicio, el tribunal dispuso que el comisario mayor retirado Mario «Chorizo» Rodríguez comience a ser investigado por corrupción policial. El presidente del tribunal, Martín Moreno, fue contundente: “Resulta asqueante intervenir en procesos donde los jueces tenemos que determinar quiénes son los delincuentes y quiénes los policías”.

“Yo no conozco ninguna superbanda. Simplenmete se habían juntado doce muchachos para delinquir. La superbanda fue un invento de la Maldita Policía del Chorizo Rodríguez. Tanto él como otros comisarios, se dice, recibían herencias. No sé cómo hicieron para ser multimillonarios. Por eso se lavaban con honor sus nombres deteniéndonos a nosotros”, ironizó la Garza en relación a la fortuna que ostentaban estos jefes policiales.

La Garza está en libertad desde hace nueve años. En la actualidad trabaja en un gremio. “Tengo mi casa, mi laburo. Ahora trabajo en blanco, tengo vacaciones, tendré jubilación. Me gusta la vida que aprendí. Me levanto todos los días a las seis y media de la mañana, veo a la gente que se sube al bondi para ir a laburar. Hago una vida común, vivo con mi esposa y mi hijo”.

“No me arrepiento de nada de lo que hice porque si no sería una persona que no tuvo códigos ni principios. Sigo teniendo los mismos códigos y principios, ando solo por la calle y no le debo nada a nadie. Simplemente me cuido de la Policía para que no me pueda plantar nada. Mi vida con el delito terminó. Mucha gente me pide autógrafos y se saca fotos conmigo. Mi presente es feliz, desayuno con mi familia y a la mañana la combi viene a buscar a mi hijo”.

“Me costó mucho reintegrarme a la sociedad. Ahora no se me cruza por la cabeza hacer nada que no sea positivo para mi familia. Pero a veces me involucran en cosas que no tienen nada que ver, como por ejemplo en ese motochorro que fue filmado por un turista en La Boca. Como su apellido es Aguirre dijeron que era mi sobrino. Lo desmiento terminantemente”, sentenció.

“No estoy para nada de acuerdo con el delito de ahora. Quedé muy mal con esa basura que mató a la mujer y dejó a su hijita herida. Debe estar mal de la cabeza. La diferencia con algunos delincuentes de ahora es mucha. No soy quién para decir ‘esto está mal’ o ‘está bien’. Pero nosotros éramos más románticos. Soñábamos con la lancha o con la Ferrari para tomarnos el palo, pero nunca pude hacerlo”.

La superbanda quedó desintegrada definitivamente en 1994. En la actualidad, la mayoría de sus miembros se retiró de la delincuencia o está en prisión, como el caso del Gordo Valor, quien está detenido en Campana. Para otros, como el caso de Nielsen, el destino fue peor: murió hace dos años en un accidente automovilístico en Necochea.