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Secuestros sin solución

Por Gabriel Iezzi*

Hacen llamados al voleo y se convierten en profesionales del engaño. Son presos que tienen cómplices fuera de los muros y se alzan fácilmente con el monto de dinero que la situación les aporte. La modalidad es conocida y pública, pero aún así, logran captar a las víctimas.

Existen en toda Latinoamérica. El 90 por ciento de los llamados son al voleo. La Argentina era el único país que tenía teléfonos públicos en pabellones. En el 2000, y tras la explosión de casos, mediante un mensaje de voz se advertía de las llamadas que provenían de una unidad carcelaria y la modalidad cambió, y a aparecieron varios internos utilizando celulares. Tiempo después, el Centro Universitario de la cárcel de Devoto fue allanado y se secuestraron celular, módems y chip.

La nueva medida que tomará el Servicio Penitenciario Federal, aun en análisis, es instalar inhibidores de señal para que desde la cárcel no puedan realizarse comunicaciones.

A la víctimas las impacta la forma de hablar de quien se comunica con ellos. Tienen planeado un libreto y ahora, interactúan con cómplices de afuera.

En estos casos hay que hacer algo que es difícil: mantener la calma y prestar atención a todo lo que dicen porque en la mayoría de los casos el llamado es al voleo y no tienen información sobre la víctima. Lo más importante es no brindar datos porque a partir de eso, los delincuentes van tejiendo el engaño. Siempre hay que dar intervención policial y contactar al familiar que dijeron que estaba secuestrado.

*Abogado penalista.


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