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Selectas fugas de represores

Por Leandro Despouy*

Si bien las sugestivas fugas de 74 imputados por crímenes de lesa humanidad –33 pertenecientes al Ejército– suscitan interrogantes particulares, la del ex mayor de Inteligencia de Ejército Jorge Olivera, es la que mayores certezas ofrece, pues permite confirmar la existencia de intereses poderosos que garantizan su condición de eterno fugitivo.

Olivera ha desaparecido de las noticias luego de su tercera fuga, esta vez del Hospital Militar Central, el 25 de julio de 2013, junto a Gustavo De Marchi, ocurrida mientras se debatía en el Senado de la Nación el ascenso del general César Milani, titular de la Dirección de Inteligencia del Ejército desde 2007. Se trata de un caso paradigmático: alguien que en tres oportunidades tuvo la misma suerte y similares apoyos.

La primera fuga se produjo en el 2000, cuando estaba  detenido a requerimiento de la Justicia francesa. Ese año, Olivera fue identificado por la gran abogada Sophie Thonon, que  lleva en Francia  las causas de sus compatriotas  víctimas de delitos de lesa humanidad en la Argentina.  Thonon solicitó a la Justicia parisina la detención del represor Olivera por la desaparición, en San Juan, de la modelo francesa Marie Anne Erize. Su capturase produjo en Roma, donde Olivera fue reconocido en el aeropuerto.

Pero Olivera siempre estuvo protegido por significativos actores. Gracias a sus vinculaciones con la logia P-2 fue asistido por  Augusto Sinagra, el abogado italiano más importante de la logia y  defensor de Licio Gelli, venerable de la organización. La inteligencia militar argentina y la organización fascista CNU, socia de la Triple A,  enviaron a la Corte italiana un documento groseramente falseado que certificaba la prescripción de la acción judicial derivada  del crimen de Erize; a raíz de ello, Olivera fue liberado por la Corte romana, tras  permanecer cuarenta y dos días  en el penal Regina Coeli, y regresó a la Argentina.

Conocido como“el carnicero de San Juan”, dirigió allí un campo de concentración y se vanagloriaba de haber sido el primero en violar a  Marie Anne Erize.  Durante la dictadura, Olivera actuó en Inteligencia de Ejército. Reciclado en democracia, participó en los levantamientos carapintada contra el gobierno de Raúl Alfonsín, fue asesor de Rico  y candidato a diputado por el MODIN en los 90, abogado de Suárez Mason y del  nazi Eric Priebke, detenido en Bariloche y extraditado a Italia.

En su segunda fuga, en 2007, intervinieron miembros del sistema judicial cuyano emparentados con la Triple A, la dictadura  y el juez mendocino Otilio Romano, extraditado de Chile en 2013. Cuando se ordena su detención por los crímenes cometidos  en San Juan, Olivera elude controles y durante un año permanece fugitivo a la vista de todos, en un chalé de Vicente López, por cuyas calles camina impune y tranquilo. Recapturado y condenado a perpetua el 5 de julio de 2013 en San Juan, veinte días después se escapa fácilmente del Hospital Militar en Buenos Aires, con la complicidad de la institución y la de su esposa, Marta Ravasi, psicóloga con rango militar y  de Inteligencia.

Olivera es sin duda una persona  ligada a intereses poderosos aún vigentes y nadie abriga hoy la esperanza de una pronta captura.Su situación de fugitivo permanente, auxiliado siempre por estamentos militares y de seguridad, muestra que quienes no lo quieren en prisión conservan mucho poder; sus vínculos y su larga pertenencia a Inteligencia de Ejército –a cargo de Milani hasta diciembre de 2013–tienen mucho que ver con todo esto.

En momentos en que aparecen críticas al trato a los represores presos, entre los que se encuentran personas condenadas por hechos similares a los que se le imputan a Milani, la fuga de algunos de ellos incentiva las sospechas de un doble estándar con relación al trato y juzgamiento de responsables de crímenes contra la Humanidad

*Actual presidente de la Auditoría General de la Nación. Ex presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Fuente:Perfil.


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