| Van a juicio por abandono de persona, lesiones y amenazas

Cómo torturaban a los chicos en el «Jardín del Terror»

Las maestras golpeaban e insultaban a los niños en forma permanente. Les ponían la cabeza bajo el agua cuando no querían comer. Detalles del maltrato.

Los nenes eran tratados como si estuvieran en una cárcel.

Los nenes eran tratados como si estuvieran en una cárcel.

Por Rodolfo Palacios

“Pará que se le ve todo el ojete. Chicas, se le ve la bombacha. El Bambino se está cagando de risa porque se les ve la bombacha a ustedes”, dijo la maestra jardinera mientras con una de sus compañeras cambiaba a las nenas. El expediente del caso de Tribilín, el llamado jardín del horror donde, según se presume, golpeaban y humillaban a los nenes que asistían, ofrece una colección de frases que podrían formar un ideario de la maldad.

La causa fue elevada a juicio, aunque no está claro si el debate oral se hará este año porque es probable que los abogados defensores de las imputadas apelen. Las acusadas son Noemí Nuñez y Mariana Buchniv, dueñas de la institución; Yanina Gogonza y Noelia Gallardo, las “maestras”, y Graciela Di Pascuale, madre de Gogonza y cocinera. Aunque el fiscal Franco Servidio pidió el sobreseimiento de Di Pascuale porque entiende que no tuvo nada que ver con los maltratos.

Al juicio llegarán acusadas de los delitos de abandono de persona, amenazas y lesiones y enfrentarán penas que van de los tres a diez años de prisión. En la actualidad están libres. El jardín estaba en O’Higgins 591, en San Isidro. La pesadilla se conoció en febrero de 2011, cuando los padres denunciaron a las maestras de maltratar a los nenes. Lo sostuvieron con una grabación de cuatro horas en las que aparecían insultos, golpes, llantos y todo el maltrato al que eran sometidos los nenes. El grabador fue escondido por uno de los padres en la mochila de su hijo.

Entre los insultos y maltratos de las docentes que recopila el expediente, al que tuvo acceso CyR, aparecen estos:

“Que se vaya a jugar, no la soporto más, anda a jugar, anda a jugar pendeja del orto”.

“Pibe, ¿podés cerrar el cuaderno en vez de ponerte a boludear?”

“Se escucha sonido del golpe y luego llanto del niño”

“Ah bueno, por lo menos la vomitó a la madre, viste, porque nunca vomita, dice la madre, nunca vomita. Vos vomitaste en la calle, pendeja de mierda. Callate (se escucha llanto de la nena), cállate de una vez”.

“Harta me tienen con los escándalos ”.

“Bueno, pendejo, cerrá la boca”.

“No sos un bebé querida, para de babear de esa forma, ni un bebe babea así”.

“Escuchame, pendeja de mierda, ¿por qué no te callás? ¡Enferma mental! ¡Qué te pasa!

“Andá a sentarte, qué chica enferma”.

“Te voy a dejar una nota para que te recontra caguen a palos”.

“No jueguen con los pañales, vos sacas pañales y cobras, y no es chiste”.

“(Un nene le dice a la maestra que otro nene se puso dedo en la nariz) Decile que se ponga el dedo en el ojete, en el culito”.

“(Se escucha ruido de golpe y llanto de nene) Ponete a mirar Panam, ponete a mirar Panam”.

“Callate y no vayas a decir cualquier huevada en tu casa”.

“(Un nene implora y llora: ‘No, al agua no, al agua no’). Comé, abrí la boquita. Por tu bien espero que hayas tragado”.

“Ponete a comer la concha de tu hermana, que no tenés. ¿Por qué te tengo que terminar cagando a palos?. No hagas que te pegue porque te voy a pegar refuerte, no me hagas enojar porque vas a terminar mal. ¡Abrí la boca!”

“Odio cuando te haces el tarado, qué mierda te pasa.”

“En vez de mirarme la cajeta ponete a comer”.

“Es mi último día, pero los voy a terminar cagando a palos a todos”.

“El padre dice que tiene fiebre, si no tiene fiebre, lo cago a cachetadas porque no comió la comida”.

“¿Querés ir a la pileta de vuelta? ¿Quién más quiere ir?»

“Sos un estúpido, no servís para nada”.

“Te estás clavando el tenedor en la garganta, estúpido”.

“Pendeja de mierda , dejá de hacer arcadas. (Le pega). Dejá de hacer arcadas, ahora resulta que se te da vuelta el orto y te pones a hacer arcadas, boluda. Sos una caprichosa de mierda”.

“Callate, no te quiero escuchar más, vas a seguir comiendo como que me llamo Yanina, dejá de hacer fuerza (le pega). No me escupas el agua, me hiciste calentar en serio”.

“Sos una meona, das vergüenza”.

La mayoría de los padres declararon que sus hijos no querían entrar en el jardín. Ninguno de ellos estaban contentos. Tenían resistencia diaria a ponerse el delantal, llantos frecuentes, abrazos a sus madres y algunos intentos de escape en la calle cuando debían llevarlos a Tribilín. Salían del jardín con mucha hambre y mucha sed, tomaban mamaderas enteras, pedían jugos o galletitas. Hubo padres que detectaron que sus hijos tenían sus cuerpos helados y pañales sucios y colas irritadas.

Todos tenían fobia al agua porque el castigo habitual era ponerles las cabezas bajo el agua de una pileta. En sus casas no querían bañarse. Una nena que había abandonado los pañales tuvo que volver a usarlos. Los nenes también repetían palabras que les decían los docentes. A sus madres les decían “putas”, “estúpidas”, “meonas”. Incluso les pegaban a sus muñecos y a sus padres y hasta se pegaban ellos mismos y se tiraban del pelo. Algunos volvían a sus casas con moretones en todo el cuerpo. “Se pegan entre ellos” o “tuvo una caída”, eran los argumentos que esgrimían las docentes.

“Estos resultados lesivos para la integridad física de los menores resulta atribuibles a las maestras y personal a cargo del cuidado de los niños, sea por acción o por omisión, es decir, tanto si lo hubieran realizado ellas personalmente y vía causal eficiente como si no hubieran evitado o controlado que los niños se lesionaran unos a otros o a sí mismos, encontrándose obligadas a ello en virtud de la función protección, supervisión y control que tenían asignado en el rol asumido”, revela el pedido de elevación a juicio.

“Los niños han sufrido en un contexto que en forma inesperada se transforma en hostil e imprevisible”, destacó uno de los informes psicológicos. “Soy buena a mi no me meten la cabeza en la pileta”, contó una nena. Otro nene dijo: “Jardín malo, Yanina mala porque pega y grita”. Hubo casos de nenes que sufrieron bronquiolitis y anemia. Los nenes recibieron asistencia psicológica y han logrado reinsertarse en otro jardín. De a poco han perdido el miedo y recuperado las ganas de volver a jugar.

Sergio Samuel Arenas, uno de los abogados de los padres de los nenes, sostuvo: “Es un momento muy especial para las víctimas de este hecho y sus familias. Hace tiempo que aguardan la voz de la Justicia. La resolución judicial es contundente, en cuanto a la descripción del padecimiento y de los tormentos sufrido por los niños, así como también la supuesta personalidad de las encausadas. Aguardamos con muchas esperanzas el comienzo del debate y que definitivamente las imputadas sean condenadas y detenidas. De ese modo, intuyo que se hará justicia deseando que esta clase de hechos no vuelvan a ocurrir”.